SANTA ADELAIDA
999 d.C.
16 de diciembre
Adela o Adelaida, es un nombre
alemán que significa: "de noble familia". A esta santa le decían
también Alicia.
Santa Adelaida fue la esposa del Emperador Otón el Grande.
Era hija del rey Rodolfo de Borgoña, el cual murió cuando ella
tenía 6 años. Muy joven contrajo matrimonio con Lotario, rey
de Italia. Su hija Emma llegó a ser reina de Francia.
Su primer esposo, Lotario, murió también muy
joven, parece que envenenado por los que deseaban quitarle su reino, quedando
Adelaida viuda de sólo 19 años, con su hijita Emma todavía
muy pequeñita. El usurpador Berengario la encerró en una prisión
y le quitó todos sus poderes y títulos, porque ella no quiso
casarse con el hijo del tal Berengario. Su capellán se quedaba admirado
porque Adelaida no se quejaba ni protestaba y seguía tratando a todos
los carceleros con exquisita amabilidad y dulzura. Todo lo que sucedía
lo aceptaba como venido de las manos de Dios y para su bien. Le robaron sus
vestidos de reina y todas sus alhajas y joyas y le dieron unos harapos como
de pordiosera. En su oscura prisión pasó varios meses dedicada
a la oración. Los carceleros exclamaban: "Cuánto heroísmo
tiene esta reina. ¡No grita, no se desespera, no insulta. Sólo
reza y sonríe en medio de sus lágrimas!".
Y mientras tanto su capellán, el Padre Martín,
consiguió un plano del castillo donde ella estaba prisionera, abrió
un túnel y llegando hasta su celda la sacó hacia el lago cercano
donde la esperaba una barca, en la cual se la llevó hacia le libertad
haciéndola llegar hasta el Castillo de Canossa, donde se refugió.
Pero Berengario atacó aquel castillo y Adelaida envió unos embajadores
a Otón de Alemania pidiéndole su ayuda. Otón llegó
con su ejército, derrotó e hizo prisionero a Berengario y concedió
la libertad a la santa reina.
Otón se enamoró de Adelaida y le pidió
que fuera su esposa. Ella aconsejada por el Padre Martín, acepto este
matrimonio y así llegó a ser la mujer del más importante
mandatario de su tiempo. Los dos se fueron a Roma y allá el Sumo Pontífice
Juan XII coronó a Otón como emperador y a Adelaida como emperatriz.
Otón el grande reinó durante 36 años.
Mientras tanto su santa esposa se dedicaba a socorrer a los pobres, a edificar
templos y a ayudar a misioneros, religiosos y predicadores.
Al morir su esposo Otón I, le sucedió en el trono
el hijo de Adelaida, Otón II, pero este se casó con una princesa
de Constantinopla, la cual era dominante y orgullosa y le exigió que
tenía que alejar del palacio a Adelaida. Otón aceptó
semejante infamia y echó de su casa a su propia madre. Ella se fue
a un castillo pero pidió la ayuda de San Mayolo, abad de Cluny, el
cual habló de tal manera a Otón que lo convenció que
nadie mejor lo podía aconsejar y acompañar que su santa madre.
Y así el emperador llamó otra vez a Adelaida y le pidió
perdón y la recibió de nuevo en el palacio imperial.
Otón II murió en una guerra y su viuda la princesa
de Constantinopla se apoderó del mando y trató duramente a Adelaida.
Ella decía: "Solo en la religión puedo encontrar consuelo para
tantas pérdidas y desventuras". En medio de sus penas encontraba fuerzas
y paz en la oración. A quienes le trataban mal les correspondía
tratándoles con bondad y mansedumbre.
Una extraña enfermedad acabó con la vida de la
princesa de Constantinopla y Adelaida quedó como regente, encargada
del gobierno de la nación, mientras su nieto Otón III llegaba
a la mayoría de edad. Fue para sus súbditos una madre bondadosa.
Ignoraba el odio y no guardaba resentimientos con nadie. Supo dirigir el gobierno
del país alemán con bondad y mucha compresión, ganándose
el cariño de las gentes.
Fundó varios monasterios de religiosos y se preocupó
por la evangelización de los que todavía no conocían
la religión católica. Se esforzaba mucho por reconciliar a los
que estaban peleados.
Su director espiritual en ese tiempo fue San Odilón, el cual
dejó escrito: "La vida de esta reina es una maravilla de gracia y de
bondad". Santa Adelaida tuvo una gran suerte, y fue que durante toda su vida
se encontró con formidables directores espirituales que la guiaron
sabiamente hacia la santidad: el Padre Martín, San Adalberto, San Mayolo
y San Odilón. En la vida de nuestra santa sí que se cumplió
lo que dice la S. Biblia: "Encontrar un buen amigo es mejor que encontrarse
un buen tesoro. Quien pide un consejo a los que son verdaderamente sabios,
llegan con mucha mayor facilidad al éxito".
Cuando su hijo Otón III se posesionó como emperador,
ella se retiró a un monasterio, y allí pasó sus últimos
días dedicada a la oración y a mue el Espíritu Santo
siga enviando sabios directores espirituales que aconsejen a los gobernadores
de las naciones y los lleven hacia la verdadera sabiduría y hacia la
santidad. ¡Que hermoso fuera que esto se hiciera realidad!.