¿Toman agua los difuntos?
El ser humano está conformado de dos
partes: cuerpo y alma (Génesis 2,7). El cuerpo está sujeto
a las leyes de la naturaleza y por lo tanto a las necesidades físicas
propias, como el dormir, el comer, el beber, el descansar. El alma es la
parte espiritual que se separa del cuerpo al momento de morir (Salmo 104,29).
Una vez que el alma se desprende del cuerpo va a presentarse
delante del Señor para ser juzgada. Después del juicio le esperan
al alma el Cielo, el Purgatorio o el infierno. Las almas de los muertos no
están sujetos ya a las leyes de la naturaleza, se encuentran en otra
dimensión. Por lo tanto, no tienen necesidad de alimento o de bebida.
Las almas del Purgatorio siempre tendrán la necesidad de nuestras
oraciones (2 Macabeos 12,46).
Una costumbre arraigada en nuestro México es la creencia
de ponerle un vaso de agua a los altares preparados para los difuntos creyendo
que éstos están sedientos y vienen a consumirla. Ellos no necesitan
de lo que se encuentran en el espacio físico puesto que han dejado
ya lo material, ahora necesitan de nuestras oraciones, dependiendo de las
circunstancias, ya que los que están en el Cielo y en el infierno
no necesitan de nuestros rezos para descansar (Apocalipsis 22,1-5.
Los del Cielos interceden por nosotros y los del infierno nunca tendrán
descanso. La misma Biblia nos dice que las almas del Cielo tienen simbólicamente
mucha agua para beber, representando con esto a que todas sus necesidades
estarán saciadas (Apocalipsis 21,6).
Esta creencia es una mezcla entre el catolicismo y el
indigenismo. El Papa Benedicto XVI nos señaló que era necesario
purificar las devociones populares en Latinoamérica. El problema es
que se nos habla muy poco sobre esto en nuestros templos y no hay quien nos
lo explique.
En lugar de un vaso de agua a tu difunto, reza un Rosario
por él, haz una obra de caridad y ofrécela por su eterno descanso.
Si tu familiar ya está en el Cielo, todo eso que hagas no quedará
estéril, pues si ya no necesita de tus oraciones, el Señor
la aplicará a otra alma que esté necesitada. Recuerda
que todo lo que hagas por tu difunto le estará ayudando a salir del
Purgatorio. San Agustín nos decía que en la medida que tú
reces por las almas de los muertos, así se rezará por ti cuando
tú mueras.