BEATO ALBERTO BESOZZI
1205 d.C.
3 de septiembre
Nació en Arolo, en
el seno de una ilustre familia milanesa. Tenía una buena posición,
pero la avidez le llevó a practicar la usura y comercios poco lícitos
hasta que, hacia el 1170, un accidente dio un cambio a su vida. Mientras
con algunos compañeros se encontraban en una barca en el lago Mayor,
fueron sorprendidos por una terrible tempestad. Creyendo que iba a morir,
invocó la ayuda divina y prometió cambiar de vida. En particular
se dirigió a santa Catalina de Alejandría de quien era muy
devoto. Murieron todos sus compañeros, mientras él llegó
a una pequeña ensenada en Leggiuno, donde había unas rocas
pendientess sobre la costa llamada “Bàllaro”, que indicaba inestabilidad.
Alberto, después de esta experiencia comenzó a
reflexionar. Habló con sus parientes y amigos: quería mantener
su promesa e inició a poner remedio a sus errores. Su esposa, una
noble milanesa muy devota, no sólo lo secundó, sino que además,
de común acuerdo, ingresó en un monasterio. Alberto decidió
retirarse, pobre y solo, al lugar donde las olas durante la tempestad le
había arrojado. Imitando a san Juan Bautista comía de lo que
la naturaleza le ofrecía y del pan que los marineros colocaban en
un cesto que él situaba en el alto. Poco a poco creció su fama
de santidad. Muchos se acercaron a su gruto buscando consejo. Llegaron también
representantes oficiales de varios pueblos vecinos, en el 1195, se le pidió
que intercediera por el fin de una terrible peste. Alberto, después
de ocho años de profunda oración, obtuvo la gracia y, como
signo de gratitud, le construyeron al lado de la gruta un pequeño
templo como el que estaba dedicado a santa Catalina en el Monte Sinaí.
A su muerte, tuvo sepultura en la pequeña iglesia y fue aclamado como
Beato por los habitantes de Verbano, aunque el culto no ha sido nunca aprobado.