ALEJANDRO VII
1655-1667 d.C.



   El cardenal Fabio Chigi había sido legado pontificio en Colonia, había representado al Papa en la conferencia de Westfalia y pertenecía a la familia de los banqueros Chigi, originarios de Siena, cuyo fundador, Agostino Chigi, había sido amigo de León X y de Rafael. Apenas elegido, exilió a Olimpia Maidalchini y tomó medidas para impedir los abusos del nepotismo. Nombró al cardenal Julio Rospigliosi como secretario de Estado. En 1655 vino a Roma la reina Cristina de Suecia, hija de Gustavo Adolfo, que se convirtió al catolicismo y siguió viviendo en la ciudad, donde falleció en 1689, conocida y amada por artistas y literatos.

   El poder de la Iglesia había disminuido mucho y esto apareció bien evidente cuando se firmó entre España y Francia el tratado llamado de los Pirineos, en 1659. Ningún delegado del Papa fue llamado para asistir a la firma entre dos potencias católicas. La antigua rivalidad entre los dos países se terminaba con ventaja para Francia, que acababa de firmar un tratado de alianza con el dictador de Inglaterra, Cromwell, enemigo del catolicismo. En 1661 falleció Mazarino, pero las relaciones entre Francia y el Vaticano empeoraron con la entrada de Luis XIV en la vida política. El nuevo rey, considerándose a sí mismo como la "divinidad visible" y como un "vice Dios", ocupó el territorio de Aviñón, perteneciente a los Papas.  La paz firmada en Pisa (1664) devolvería Avinón a la Santa Sede, pero obligaba al Papa a pedir excusas al rey. El absolutismo estaba en su auge y Luis XIV esperaba ser elegido emperador de Alemania, sueño que se esfumó en 1657, cuando los electores proclamaron al archiduque Leopoldo de Austria emperador, como sucesor de Fernando III. El Papa Alejandro VII había apoyado al Habsgurgo contra Luis XIV y tenía sus motivos para estar contento. Mejoraron en cambio las relaciones con Venecia, que autorizó el regreso de los jesuitas, exiliados del territorio de la Señoría cuando el conflicto con Paulo V. El Papa ayudó con dinero a Venecia en la guerra contra los turcos.

   En 1656 había aparecido en París la primera Provincial, en la que Pascal trataba de demostrar que el jansenismo era el reflejo más genuino del verdadero cristianismo y volvía a insistir sobre la doctrina de la gracia. La carta, seguida de otras, parecidas a la primera, tuvo un gran éxito y salvó por el momento el prestigio decadente de los jansenistas. Los jesuitas habían lanzado el "probabilismo", apoyado en los libros del Padre Pirot. Tanto el jansenismo como el probabilismo fueron condenados por Alejandro VII. Canonizó a San Francisco de Sales y, en 1661, con la Bula Sollicitudo, recomendó el culto de la Inmaculada Concepción de la Virgen.

   Rodeado por humanistas, el Papa escribió varios poemas en latín y dotó de fondos a la Universidad de Roma,  terminó de construir su edificio, cuyos planos habían sido dibujados por Miguel Angel. Fundó en Roma la Biblioteca que lleva el nombre de su familia. Bernini terminó en 1667 el pórtico de columnas que se abre ante San Pedro, como un paternal abrazo abierto hacia el mundo.

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(Samuel Miranda)