Sus estudios tempranos fueron realizados con brillantez en la Universidad de Padua, donde en 1627 completó un doctorado en derechos civil y canónico.
Fue a Roma durante el pontificado de Urbano VIII, el cual lo nombró referendario del Tribunal de la Signatura Apostólica y luego gobernador de las ciudades de Terni, Rieti y Spoleto.
Se desconocen
las circunstancias de su ordenación sacerdotal.
A petición de la República de Venecia, en 1652 el Papa Inocencio X lo creó cardenal del título de S. Salvatore in Lauro.
En 1654 fue consagrado obispo de Brescia. En 1660 cambió su título cardenalicio por el de S. Marco. Dimitió de su sede episcopal de Brescia en 1664. Tres años después el papa Clemente IX le nombró datario de Su Santidad. En 1677 fue investido gran inquisidor de Roma y secretario del Santo Oficio por el papa Inocencio XI. Este mismo año cambió su título cardenalicio por el de S. Maria in Trastevere. También como cardenal optó sucesivamente al título de Santa Prassede1680), y a los obispados suburbicarios de Sabina (1681), Frascati (1683) y Porto-Santa Rufina (1687). Este mismo año fue elegido vice-decano del Sacro Colegio Cardenalicio. (
Participó
en los cónclaves de 1667, 1669-1670, 1676 y 1689, resultando elegido
papa en éste último.
A la muerte de Inocencio
XI el embajador del Rey Luis XIV de Francia presionó al cónclave
para que eligiera a Ottoboni, ya octogenario y a priori bastante dócil
ante los propósitos franceses. Sin embargo fue difícil alcanzar
una mayoría puesto que ocho cardenales estaban ausentes. Además,
en el curso de la reunión otro cardenal falleció y dos más
tuvieron que abandonarla por enfermedad. Después de cincuenta días
de votaciones y de que funcionaran las presiones y las promesas de futuro,
resultó elegido por unanimidad: era el 16 de octubre de 1689. Diez
días después fue coronado papa en la Patriarcal Basílica
Vaticana por el cardenal Francesco Maidalchini, protodiácono de S.
Maria in Via Lata.
Su pontificado duró sólo un año y cuatro meses, pero resultó excepcionalmente activo.
A la muerte de su predecesor el tesoro pontificio estaba en condiciones saneadas. Inocencio VIII invirtió la situación de bonanza: rebajó los impuestos y literalmente dilapidó las finanzas papales en dádivas a su familia.
Contraviniendo las prácticas del pontificado anterior, inmediatamente después de que lo eligieran papa se lanzó a un nepotismo desenfrenado: en Roma se registró un auténtico desembarco de Ottoboni venecianos y de allegados a éstos, todos prestos a recibir cargos y prebendas. Ciñiéndonos a sus familiares más proximos, nombró un sobrino suyo, Antonio, general en jefe de los ejércitos de los Estados de la Iglesia; a otro sobrino, Pietro, que sólo tenía diecinueve años, le nombró cardenal diácono pro illa vice de S. Lorenzo in Damaso, gobernador de Fermo, Tivoli y Capranica, vice-canciller de la Iglesia Romana, secretario de memoriales y vicario papal en el territorio de Aviñón; a un tercer sobrino, Marco, que era jorobado, cojo y con las facultades mentales algo disminuidas, lo nombró superintendente de las fortalezas y las galeras papales y compró para él el ducado de Fiano mediante el pago de una auténtica fortuna. Se dice que Alejandro VIII, previendo que le quedaba poca vida y que su sucesor no sería tan pródigo, instaba a sus favorecidos a acaparar rápidamente el máximo de prebendas con la frase: Le 24 stanno per scoccare (Falta poco para la medianoche).
A finales de 1690 y mediante decreto del Santo Oficio condenó 31 proposiciones de las más de 200 presentadas por un grupo de teólogos jesuítas belgas, específicamente los de la universidad de Lovaina, a propósito de la gracia, la penitencia y de la eucaristía, así como la teoría del "pecado filosófico". También se opuso al "rigorismo" excesivo de determinadas corrientes morales, contrapuesto al "laxismo" que había sido denunciado en pontificados anteriores.
A pesar del patrocino del monarca francés, condenó la declaración realizada en 1682 por el clero de este país en relación con las libertades de la iglesia galicana. Mediante la bula Inter multiciples de 1692 declaró anulados cuatro artículos de aquella declaración, así como el derecho de regalía. Sin embargo Luis XIV, cuya situación política estaba en un momento crítico, consiguió ganancias con las disposiciones pacíficas del nuevo papa, y restituyó a éste el territorio de Aviñón y del Condado Venasino, al tiempo que renunciaba al derecho de asilo de la Embajada francesa. En compensación Alejandro VIII nombró al más férvido de los galicanos, el obispo de Beauvais y embajador de Francia ante la Santa Sede Toussaint de Forbin Janson, cardenal del título de S. Agnese fuori le mura.
Compró los libros y manuscritos de la reina Cristina de Suecia para nutrir la Biblioteca Vaticana.
Ayudó a su Venecia natal con generosos subsidios en la guerra en contra de los turcos.
Instituyó en China las diócesis de Pequín y Nanking.
Canonizó a San Lorenzo Giustiniani, a San Juan de Dios y a San Pascual Bailón.
Convocó
tres consistorios, en los cuales creó un total de catorce cardenales.
Murió en Roma
el 1 de febrero de 1691, y está sepultado en la Patriarcal Basílica
Vaticana bajo un suntuoso mausoleo obra de Arrigo di San
Martino.
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(Samuel Miranda)