BEATA ALFONSA CLERICI
1930 d.C.
14 de enero
Alfonsa nació en Linate
el 14 de febrero de 1860. A los 15 años entró al colegio de
las Hermanas de la preciosísima Sangre en Monza. En 1879 consiguió
el diploma de maestra en grado superior y comenzó a enseñar
en la escuela pública de Linate.
A los 23 años ingresó en la comunidad del colegio
donde había estudiado: "Yo que tengo el honor de llevar el nombre
de Hermana de la Preciosísima Sangre", escribió la religiosa
cuando emitió sus votos temporales, "estaré contenta donde
haya más sacrificio, estaré contenta de derramar la sangre
de la voluntad, del amor propio", dijo.
La congregación a la que perteneció la hermana
Alfonsa tiene el carisma de la vida comunitaria intensa, así como
la educación en la que resaltan a sus alumnos la dignidad como hijos
de Dios. También se dedican a la asistencia a los enfermos y a la
promoción de la mujer. Actualmente se encuentran en Italia, Brasil,
Kenya, Timor Oriental y Myanmar.
Luego de emitir sus votos, la hermana Alfonsa enseñó
en el colegio donde había estudiado. Allí fue también
la directora de 1898 a 1907. El principal desafío que enfrentó
fue la solución de una gran crisis económica que sufrió
su instituto. Ella misma admitió que se trataba de "una comunidad
que reordenar, que reformar pero no que deshacer".
Misión
La hermana Alfonsa fue llamada en 1911 a dirigir el colegio
Retiro de la providencia, ubicado en Vercelli. Se trataba de un instituto
de acogida de personas huérfanas o que vivían en una situación
familiar difícil.
"Era el consejo de administración el que guiaba y seguía
este colegio, pero tenían pocos recursos", dijo a ZENIT su postuladora
la hermana Santina Dino. "Encontraron estos chicos, algunos pequeños
que no lograban tener una educación completa porque faltaba el dinero.
Ella buscaba mejorar la situación", comentó la religiosa.
Su santidad se fue forjando en pequeñas acciones de caridad
que tenía con sus alumnos y con las personas más necesitadas
que llegaban a este instituto. "Muchos pobres y atribulados iban diariamente
al Instituto para obtener un pedazo de pan o un vestido y, sobre todo un
poco de amor, que la hermana Alfonsa sabía dan con alegría.
Ninguno se iba desilusionado, todos recibían algo de ella, sea material
o espiritual", asegura su postuladora.
Una caridad que se fundaba en una vida espiritual muy profunda
y particular. Por ello su biografía se titula Con la fronte per terra,
(Con la frente por tierra n.d.t), "Oraba de rodillas y ponía su frente
en la tierra", indicó su postuladora.
Confianza en la providencia
La hermana Santina cuenta que un día, durante la Primera
Guerra Mundial, un soldado fue a pedirle dinero. La hermana Alfonsa sólo
tenía la cantidad exacta para comprar una lámpara para el Santísimo.
Ella le dijo que no lo podía ayudar económicamente. En la noche
no pudo dormir y decidió darle ese dinero al soldado.
Al día siguiente fue una condesa a visitarla y a darle
una ofrenda. "Era la misma cantidad que le había dado al soldado.
¡El Señor se lo había devuelto!", cuenta su postuladora.
Entre el 12 y el 13 de enero de 1930, la hermana Alfonsa sufrió una
fuerte hemorragia cerebral mientras que oraba con su habitual posición
de la cabeza en el suelo. Así fue encontrada. Murió al día
siguiente.
Durante su proceso de beatificación, cinco de sus alumnas,
cuyas edades oscilaban entre 85 y 87 años, dieron su testimonio sobre
los actos de caridad de esta religiosa: "Lo más bello es que todas
las interrogadas decían lo mismo: eran bien tratadas, ella sabía
estar cercana a todas y buscar para cada una la mejor solución, sea
llevarlas de vacaciones, ayudar a resolver su situación familiar.
Ella vivió en el silencio y en la pobreza en este instituto", concluyó
su postuladora.