¿Se convierten en ángeles
las almas de los niños difuntos?
Con mucha frecuencia escuchamos de boca de personas
entregadas a Dios que cuando un niño muere se convierte en “angelito”.
Más delicado aún decirle a alguien “Dios se llevó a
tu hijo porque necesitaba un angelito”.
Aunque la intención de quien afirma esto es buena, pues
pretende tranquilizar a la madre o a los familiares del difunto, lo que está
diciendo es una mentira y causa confusión.
Hay que aclarar que los ángeles son una cosa y los seres
humanos otra. Las personas tenemos alma (Génesis 2,7; Salmo 104,29)
y cuando morimos, esta alma va a presentarse delante de Dios para ser juzgada
de acuerdo a lo que haya hecho en vida, esto incluye a las almas de los niños,
que por no tener pecado personal, el Señor las recibe y están
en el Cielo, pero como almas no como ángeles.
Los ángeles son creaturas de Dios, superiores al hombre
e inferiores al Señor, que tienen gran capacidad de amor, que poseen
voluntad y entendimiento y ayudan a los seres humanos en su caminar con Dios.
Debemos por tanto tener mucho cuidado con las expresiones que
utilizamos. Si queremos tranquilizar a alguien, lo correcto es decir: “era
tan sólo un niño, su alma está ahora con el Señor”.
En conclusión, ningún niño que muere se
convierte en ángel. Los mismos niños tuvieron en vida su propio
ángel de la Guarda y ahora disfrutan de la presencia de Dios. Esto
sí que es una verdad.