BEATO ÁLVARO DEL PORTILLO
1994 d.C.
23 de marzo
Hijo de Clementina Diez de
Sollano (mexicana) y de Ramón del Portillo y Pardo (español),
Álvaro del Portillo nació en Madrid el 11 de marzo de 1914.
Era el tercero de ocho hermanos. Después de cursar el bachillerato
en el Colegio El Pilar (Madrid), ingresó en la Escuela de Ingenieros
de Caminos, Canales y Puertos, en la que terminó sus estudios en 1941.
Posteriormente trabajó en diversas entidades oficiales con competencia
en materia hidrográfica. A la vez, estudió Filosofía
y Letras (Sección de Historia) y se doctoró en 1944 con la
tesis Descubrimientos y exploraciones en las costas de California.
En 1935 se incorporó al Opus Dei, institución
de la Iglesia Católica que había sido fundada siete años
antes por san Josemaría Escrivá de Balaguer. Recibió
directamente del fundador la formación y el espíritu propios
de aquel nuevo camino en la Iglesia. Desarrolló una amplia labor de
evangelización entre sus compañeros de estudio y trabajo, y
desde 1939 realizó numerosos viajes apostólicos por diferentes
ciudades de España.
El 25 de junio de 1944 fue ordenado sacerdote por el obispo
de Madrid, Mons. Leopoldo Eijo y Garay, junto con José María
Hernández Garnica y José Luis Múzquiz: son los tres
primeros sacerdotes del Opus Dei, después del fundador.
En 1946 se trasladó a Roma, pocos meses antes de que
fijara allí su residencia san Josemaría, con el que convivió
también en los años siguientes. Se trata de un periodo crucial
para el Opus Dei, que recibe entonces las primeras aprobaciones jurídicas
de la Santa Sede. Para Mons. del Portillo empieza también una época
decisiva en la que, entre otras cosas, realizará —con su actividad
intelectual junto a san Josemaría y con su trabajo en la Santa Sede—
una honda reflexión sobre el papel y la responsabilidad de los fieles
laicos en la misión de la Iglesia, a través del trabajo profesional
y las relaciones sociales y familiares. “En un hospital —escribirá
años más tarde, para ejemplificar esta realidad— la Iglesia
no está solo presente por el capellán: también actúa
a través de los fieles que, como médicos o enfermeros, procuran
prestar un buen servicio profesional y una delicada atención humana
a los pacientes; en un barrio, el templo será siempre un punto de
referencia indispensable: pero el único modo de llegar a los que no
lo frecuentan será a través de otras familias”.
Entre 1947 y 1950 empujó la expansión apostólica
del Opus Dei en Roma, Milán, Nápoles, Palermo y otras ciudades
italianas. Promovió actividades de formación cristiana y atendió
sacerdotalmente a numerosas personas. De la huella que su labor ha dejado
en Italia hablan hoy las numerosas calles y plazas que se le han dedicado
en distintos núcleos urbanos del país.
El 29 de junio de 1948, el fundador del Opus Dei erigió
en Roma el Collegio Romano della Santa Croce, centro internacional de formación
del que Álvaro del Portillo fue primer rector y en el que enseñó
teología moral (1948-1953). En ese mismo año (1948) obtuvo
el doctorado en Derecho Canónico en la Universidad Pontificia de Santo
Tomás.
Durante sus años en Roma, los diversos Papas que se suceden
(desde Pío XII hasta Juan Pablo II) le llamaron a desempeñar
numerosos encargos, como miembro o consultor de 13 organismos de la Santa
Sede. Participó activamente en el Concilio Vaticano II. Juan XXIII
le nombró consultor de la Sagrada Congregación del Concilio
(1959-66). En las etapas previas al Vaticano II, fue presidente de la Comisión
para el Laicado. Ya en el curso del Concilio (1962-65) fue secretario de
la Comisión sobre la Disciplina del Clero y del Pueblo Cristiano.
Terminado el Concilio, Pablo VI le nombró consultor de la Comisión
postconciliar sobre los Obispos y el Régimen de las Diócesis
(1966). Fue también, durante muchos años, consultor de la Congregación
para la Doctrina de la Fe.
La vida de Álvaro del Portillo está estrechamente
unida a la del fundador. Permaneció siempre a su lado hasta el mismo
momento de su muerte, el 26 de junio de 1975, colaborando con san Josemaría
en las tareas de evangelización y de gobierno pastoral. Con él
viajó a numerosos países para disponer y orientar los diversos
apostolados del Opus Dei. “Al advertir su presencia amable y discreta al
lado de la dinámica figura de Mons. Escrivá, me venía
al pensamiento la modestia de san José”, escribirá a su muerte
un agustino irlandés, el Padre John O'Connor.
El 15 de septiembre de 1975, en el congreso general convocado
tras el fallecimiento del fundador, don Álvaro del Portillo fue elegido
para sucederle al frente del Opus Dei. El 28 de noviembre de 1982, cuando
el beato Juan Pablo II erigió el Opus Dei en prelatura personal, le
designó Prelado de la nueva prelatura. Ocho años después,
el 7 de diciembre de 1990, le nombró obispo y, el 6 de enero de 1991,
le confirió la ordenación episcopal en la basílica de
San Pedro.
A lo largo de los años en que estuvo al frente del Opus
Dei, Mons. Álvaro del Portillo promovió el comienzo de la actividad
de la prelatura en 20 nuevos países. En sus viajes pastorales, que
le llevaron a los cinco continentes, habló a miles de personas de
amor a la Iglesia y al Papa, y predicó con persuasiva simpatía
el mensaje cristiano de san Josemaría acerca de la santidad en la
vida ordinaria.
Como Prelado del Opus Dei, Mons. Álvaro del Portillo
estimuló la puesta en marcha de numerosas iniciativas sociales y educativas.
El Centre Hospitalier Monkole (Kinshasa, Congo), el Center for Industrial
Technology and Enterprise (CITE, en Cebú, Filipinas) y la Niger Foundation
(Enugu, Nigeria) son ejemplos de instituciones de desarrollo social llevadas
a cabo por fieles del Opus Dei, junto a otras personas, bajo el impulso directo
de monseñor del Portillo.
Asimismo, la Universidad Pontificia de la Santa Cruz (desde
1985) y el seminario internacional Sedes Sapientiae (desde 1990), ambos en
Roma, así como el Colegio Eclesiástico Internacional Bidasoa
(Pamplona, España), han formado para las diócesis a miles de
candidatos al sacerdocio enviados por obispos de todo el mundo. Son una muestra
de la preocupación de monseñor del Portillo por el papel del
sacerdote en el mundo actual, tema al que dedicó buena parte de sus
energías, como se puso de manifiesto en los años del Concilio
Vaticano II. “El sacerdocio no es una carrera —escribió en 1986— sino
una entrega generosa, plena, sin cálculos ni limitaciones, para ser
sembradores de paz y de alegría en el mundo, y para abrir las puertas
del Cielo a quienes se beneficien de ese servicio y ministerio”.
Monseñor Álvaro del Portillo falleció en
Roma en la madrugada del 23 de marzo de 1994, pocas horas después
de regresar de una peregrinación a Tierra Santa. La víspera,
el 22 de marzo, había celebrado su última misa en la iglesia
del Cenáculo de Jerusalén.
Álvaro del Portillo es autor de publicaciones sobre materias
teológicas, canónicas y pastorales: Fieles y laicos en la Iglesia
(1969), Escritos sobre el sacerdocio (1970) y numerosos textos dispersos,
gran parte de ellos recogidos póstumamente en el volumen Rendere amabile
la Verità. Raccolta di scritti di Mons. Álvaro del Portillo,
publicado en 1995 por la Libreria Editrice Vaticana. En 1992 se publicó
el volumen Intervista sul Fondatore dell'Opus Dei, fruto de sus conversaciones
con el periodista italiano Cesare Cavalleri, sobre la figura de san Josemaría
Escrivá, que ha sido traducido a varias lenguas.
Tras su muerte en 1994, miles de personas han testimoniado por
escrito su recuerdo de monseñor Álvaro del Portillo: su bondad,
el calor de su sonrisa, su humildad, su audacia sobrenatural, la paz interior
que su palabra les comunicaba.