BEATA ANASTASIA YI BONG-GEUM
1939 d.C.
6 de diciembre


 
   Nació en 1827. Sus padres fueron Paul Yi Seong-sam y Anastasia Kim Jo-i, que en ese entonces sufrían la persecución Jeonghae. Anastasia fue educada por su madre y a temprana edad sabía cumplir sus deberes religiosos y amaba al Señor con todas sus fuerzas. Era, afirman algunos, “un hermoso y pequeño ángel con un gran corazón”.

   Con diez años aprendió las oraciones de la mañana y la tarde, así como el Catecismo. Conoció a un sacerdote que se hospedó en su casa. Impresionado por la devoción de la niña, el misionero le permitió recibir la Primera Comunión aunque era considerada muy joven para recibir el Sacramento en esa época.

   La fe de Anastasia crecía día a día. Cuando la persecución Gihae se inició en 1839, escapó con su madre a la casa de Protase Hong Jae-yeong. Fue arrestada allí por la policía y llevada a Jeonju. La niña fue luego interrogada por el jefe policial, quien le preguntó los datos del misionero, a lo que ella respondió que era muy pequeña para saber esas cosas. Luego, el policía le dijo que si hablaba contra Dios, le perdonaría la vida.

   A eso Anastasia respondió: “no sabía cómo adorar al Señor hasta que llegué al uso de razón a los siete años. También era muy joven para leer libros. Pero desde los siete años hasta ahora, he adorado al Señor. Por lo tanto, no puedo traicionarlo ni hablar mal de Él incluso si tengo que morir mil veces”.

   Anastasia fue llevada a prisión sin ser torturada porque era niña. Su madre dudó de su firmeza y le dijo que “seguramente traicionarás al Señor ya que no tienes valor para afrontar la tortura”. La pequeña respondió que nunca haría eso y le prometió a su madre mantenerse fiel a la enseñanza de la Iglesia “sin importar la clase de tortura que tuviese que sufrir”.

   El jefe policial y los guardias de la prisión le insistieron a Anastasia para que salvara su vida, pero tampoco cedió. Luego fue amenazada muchas veces pero tampoco sucumbió a la prisión. Al darse cuenta de que no iba a ceder, finalmente la autoridad ordenó que fuera torturada.

   Anastasia tuvo además que ser testigo del martirio de su madre. Ya como huérfana se mantuvo firme hasta el final y el jefe policial, cuando ella no había cumplido aún los 12 años de edad, ordenó que fuera ahorcada en la prisión el 5 o 6 de diciembre de 1839.

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(Samuel Miranda)