BEATO ANDRÉS CACCIOLI
1254 d.C.
3 de junio
Andrés Caccioli nació
en Spello, Umbría, en 1194. Pronto abrazó la vida eclesiástica
y llegó a ser sacerdote. En 1223 quiso seguir a San Francisco y se
hizo discípulo suyo ingresando en la Orden de los Hermanos Menores.
De San Francisco imitó especialmente el espíritu de pobreza,
y el 3 de octubre de 1226 tuvo la dicha de asistir al glorioso tránsito
del Seráfico Pobrecillo. En 1233 estaba en España, donde tomó
parte en el Capítulo de Soria y obtuvo con sus oraciones una lluvia
providencial para aquella tierra afectada por una prolongada sequía.
Igual milagro hizo en Spello.
Vivió también en el eremitorio de Las Cárceles
en Asís, en gran penitencia y austeridad. Atendía sólo
a la contemplación de las cosas del cielo, al cual se sentía
ya cercano. Las horas libres de los actos comunes las pasaba en una gruta
separado del resto del mundo, únicamente dedicado a la oración
ferviente. Varias veces fue favorecido con celestiales apariciones y su espíritu
probó dulzuras indescriptibles. Un día Jesús se le apareció
en forma de niño, resplandeciente de belleza. Estaban en dulces conversaciones
cuando sonó la campana que llamaba a los religiosos al coro para la
recitación de Vísperas. Andrés, por espíritu de
obediencia, suspendió la conversación para unirse a sus cohermanos.
Terminadas vísperas, regresó a su retiro y con gran alegría
encontró al niño Jesús, el cual le dijo: “Hiciste bien
al obedecer: pronto te llamaré a mí!”. Era el feliz anuncio
de su próxima muerte.
En 1248 volvió al convento de San Andrés, de
Spello, donde fue encargado de la dirección espiritual de las Clarisas.
Obtuvo de Santa Clara que fuera enviada como abadesa de Spello la Beata Pacífica
Guelfuccio, tía y una de las primeras y más ilustres discípulas
de Santa Clara. Con la ayuda y el consejo del Beato Andrés la comunidad
de las Damas Pobres de la Dama Pobreza aumentó en número y fervor,
renunció a la regla mitigada del Cardenal Hugolino para seguir la
compuesta por San Francisco para las primeras religiosas amantes de la pobreza.
De esta manera el monasterio de Spello vino a ser pronto una de las casas
más florecientes de la Orden.
En Spello Andrés esperó sereno la invitación
para volar a la patria celestial. Rico de méritos y glorioso por su
ardiente apostolado en medio del pueblo, realizado por medio de la predicación
de muchos años, recibió con edificante piedad los últimos
sacramentos, y se durmió plácidamente en el Señor el
3 de junio de 1254; tenía 60 años de edad. Las antiguas crónicas
franciscanas lo llaman máximo predicador y taumaturgo, recuerdan su
caridad y obediencia ejemplares. Se distinguió por su fervor eucarístico,
una tierna devoción a la Santísima Virgen y la contemplación
de la Pasión y muerte de Jesús. Su cuerpo se venera en la iglesia
de San Andrés, en Spello. Fue elegido co‑patrono de su ciudad en 1360.