BEATO ANDRÉS CARLOS FERRARI
1921 d.C.
2 de febrero
Andrés Ferrari nació
en Lalatta, diócesis de Parma el 13 de agosto de 1850. En 1861 fue
aceptado en el Seminario de Parma, donde completó los cinco años
de gimnasio, el trienio de liceo y el cuadrienio de estudios teológicos.
El 20 de diciembre de 1873 fue ordenado sacerdote, con el compromiso de hacerse
santo para llevar almas a Cristo. El 21 del mismo mes, en el santuario mariano
de Fontanellato cantó su primera misa, imploró a la Virgen
luz y fuerza para ser un verdadero pastor de almas.
Por algún tiempo prestó su servicio pastoral como
vice‑párroco en Mariano y después en Fornovo Taro, donde se
dio todo a todos para llevarlos a todos a Dios. En el otoño de 1875
fue llamado al seminario como vicerrector y profesor de física y matemáticas.
En 1877 fue hecho Rector del mismo seminario, donde enseñó
teología. El 29 de mayo de 1890 fue elegido obispo de Guastalla. El
29 de mayo de 1891 fue trasladado a la sede de Como, donde se distinguió
por su celo pastoral.
El 18 de mayo de 1894 fue creado cardenal y el 21 de mayo del
mismo año fue nombrado arzobispo de Milán. Entonces fue cuando
a su nombre de Andrés, añadió el de Carlos, en honor
de San Carlos Borromeo. En marzo de 1895 inició la primera visita
pastoral de la arquidiócesis, que repitió cinco veces, sin
omitir las parroquias alpinas. Durante las visitas muchas veces dirigía
la palabra a los fieles, hacía el examen de la doctrina cristiana
a los niños, administraba la confirmación, distribuía
la Eucaristía, visitaba a los enfermos, consagraba nuevas iglesias.
Tres veces celebró el sínodo diocesano, en 1906 reunió
un concilio juvenil, en 1895 celebró el Congreso Eucarístico
nacional.
También se interesó por los problemas sociales,
en homenaje a la gran encíclica «Rerum Novarum» de León
XIII. En el seminario instituyó la cátedra de economía
social, encomendándola al profesor José Toniolo. Bajo su impulso
el clero se dedicó con entusiasmo a las obras sociales. También
la prensa católica tuvo un notable impulso. Durante la campaña
anti‑modernista, el Cardenal, tan obsecuente a las directivas de la Santa
Sede, fue injustamente acusado de desviacionismo.
El se encerró en el silencio y en la oración esperando
humildemente que pasaran las tinieblas y llegase la hora de la luz y de la
verdad. En el período de la primera guerra mundial, el Cardenal con
dinamismo se dedicó a la caridad hacia los huérfanos, las viudas,
las familias desavenidas, los soldados, los prisioneros y en busca de los
dispersos. El dolor visitó al arzobispo y lo redujo al lecho. El pueblo
de Milán peregrinó a su casa para escuchar de nuevo su voz
de exhortación y su bendición. El 2 de febrero de 1921, a los
71 años de edad murió serenamente. Amó a San Francisco
y el franciscanismo, apreció la carismática figura del P. Lino
Maupas, y animó al Padre Agustín Gemelli en la fundación
de la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Milán.
Se había hecho terciario franciscano el 30 de junio de 1876 y un año
después hizo su profesión. En 1965 fueron exhumados sus restos
y se encontraron aún intactos.