FRAY ANTONIO DE LOS REYES ALMADA
O.F.M.
Primer Obispo de Sonora



   Nació en Aspe, Alicante, el 11 de septiembre de 1729. Consagrado Obispo en México, el 15 de septiembre de 1782 y tomó posesión el 1º de mayo de 1783. Residió en el Real de la Concepción de los Álamos, donde murió el 6 de marzo de 1787. Está enterrado en el Altar Mayor de la Parroquia de la ciudad de Álamos, Sonora.

   La mañana del 11 de mayo de 1783, un carruaje escoltado por seis hombres armados, viajaba por el camino real de Álamos a El Fuerte, en él viajaba Don Bartolomé Salido, Tesorero Real y Guardián del azogue de la Corona y principal ciudadano de Álamos, lo acompañaba su bella sobrina Luz De Alvarado. Iban a recibir a Fray Antonio de los Reyes que recién había sido nombrado por el Papa Pío VI, Obispo de Sonora, Sinaloa y las Californias, para darle la bienvenida e invitarlo a pasar la noche en la hacienda Tapizuelas, propiedad de la familia De Alvarado. Al Obispo lo acompañaban sus sobrinos José Almada, también sacerdote y Antonio Almada quien nueve meses después se casaría con Luz, para dar origen a una de las familias mas ricas y aristócratas que ha habido en Sonora.

   La idea de la creación de un obispado en el Noroeste de la Nueva España, giraba en la cabeza de las autoridades virreinales y eclesiásticas desde el primer tercio del siglo XVII. Para el año de 1638 el trabajo realizado por los misioneros jesuitas mediante los sistemas de catequización diferentes a la de las otras órdenes religiosas, había logrado encauzar la vida de los aborígenes.
Desde los del Río Piaxtla en el sur, hasta los páramos del desierto de Arizona, los jesuitas en una incansable labor , a través de una larga cadena de misiones, trabajaban en favor de las diferentes tribus, que hasta antes de su llegada, habían vivido prácticamente en un estado primitivo.

   Las noticias de la creciente prosperidad espiritual y material, lograda por los jesuitas, entre la población indígena, pronto llegaron a los oídos de las autoridades virreinales y eclesiásticas seculares, quienes juzgaron había llegado el momento de exigir diezmos y tributos reales a la nueva población cristiana. El Rey pidió los informes respectivos al Virrey , al Obispo de Durango y a los propios jesuitas, quienes temerosos del riesgo que corrían sus misiones, redactaron un informe en el que presentaron la situación real de las mismas y que tuvo la fuerza necesaria para convencer al Rey de desechar la idea de la creación de una diócesis en esta región.

   La idea de la creación de la creación de un obispado en el territorio del noroeste volvió a manifestarse en la segunda década del siglo XVIII, la idea no pasó de ser una simple iniciativa ya que no tenía muchos partidarios.
Los jesuitas no vieron con simpatía la idea ya que la lejanía de las autoridades diocesanas localizadas en Durango y Guadalajara, les favorecía la permanencia del sistema misional que ellos habían fundado.

   El Obispo de Guadalajara, a quien pertenecían las provincias de las Californias y el de Durango a quien pertenecían las provincias de Sonora y Sinaloa, tampoco vieron con simpatía el proyecto, ya que la erección de un nuevo obispado les ocasionaría la pérdida de territorio. Además las condiciones socioeconómicas no favorecían la erección del obispado que se pretendía.

   Pero al consumarse la expulsión de los jesuitas por decreto del Rey Carlos III de fecha 27 de febrero de 1767, las cosas cambiaron para las misiones fundadas por los misioneros ignacianos. El Obispo de Durango Pedro Tamarón y Romeral pugnó porque se le asignaran los pueblos más prósperos, en calidad de curatos, que antes habían sido administrados por los jesuitas.

   La administración ineficiente de los prelados de Tamarón y Romeral quienes dilapidaron los bienes que pararon en las manos de los criollos y españoles aunado a la poca iniciativa y recursos intelectuales de los curas, ocasionó que las misiones entraran en crisis. De hecho, las autoridades civiles no veían con buenos ojos la idea de asignar nuevos curatos a un obispado tan grande como el de Durango, sino la de crear un nuevo obispado. José de Gálvez y el marqués De Croix, cuando propusieron la creación de la una comandancia en las provincias del noroeste, también recomendaron la creación de una diócesis nueva.

   Fr. Antonio de los Reyes había llegado a Sonora en 1767 con carácter de visitador a la misión de Cucurpe, a raíz de la expulsión de los jesuitas y el 6 de julio de 1772 rindió un informe al virrey Bucareli y Ursúa con el nombre de " Noticia y estado actual de las Misiones que en la Provincia de Sonora administran los padres del Colegio de Propaganda Fide de la Santa Cruz de Querétaro" en la que hacía una dura crítica a la labor que realizaban dichos religiosos en la Provincia, y que entre otras cosas decía:

... no conocen estos curas a sus feligreses, pero se valen de buenos medios para cobrar sus derechos y obvenciones , en cuya ejecución se experimentan increíbles opresiones por los recaudadores o comisionados que nombran los curas todos los años; y ésta es una de las causas que obligan a los españoles, mulatos y demás gentes de razón, a andar vagando por las misiones y los pueblos, sin fijar domicilio, de donde se originan otros muchos males que no pueden remediar los misioneros, porque si obligados de la caridad les administran los sacramentos y movidos o estimulados de su conciencia quieren remediar algunos amancebamientos que en lo público son tenidos por matrimonios y a este modo, otros escándalos, el cura " in patíbus" clama y se querella, que los misioneros le usurpan su jurisdicción; si se recurre a los superiores, se defienden y aprueban por la mitra éstos desórdenes, y se continúan las iglesias y los fieles de Sonora, en peor estado que las iglesias de Grecia.(Villa W. Eduardo, Síntesis Histórica del Obispado de Sonora, desde su erección hasta el momento presente)

   Molestos los miembros de la curia eclesiástica del Colegio de la Santa Cruz de Querétaro, acordaron comunicar al virrey Bucareli, que algunas proposiciones del informe de De los reyes, habían sido reprobadas por ofensivas y escandalosas a los superiores civiles y eclesiásticos, y se le pedía además la devolución del original para corregir dichas proposiciones o en su defecto que se agregara al informe el escrito de protesta presentado.

   El virrey les contestó que su escrito de protesta quedaría agregado al documento, pero con diplomacia les hizo ver su excesivo escrúpulo al mismo tiempo que defendía la sinceridad y celo con los que De los Reyes había cumplido con su deber.

   Cuando el Rey aprobó el plan para la creación de Comandancia, expresó su conformidad con la creación de una nueva diócesis, pero como muchos proyectos que deberían ser aprobados por el Rey, tardó mucho en ser realizado.

   El Comandante Teodoro de Croix allegó recomendaciones a la Corte española para que apresurara la creación del obispado, en tanto que José de Gálvez impulsaba los trámites obligatorios como eran la obtención del parecer de los prelados de la iglesia española y el acuerdo del Supremo Consejo de Indias. Por fin el 10 de agosto de 1769 fue aprobado por Real Orden.

   El Duque de Grimaldi, agente diplomático del Rey , promovió la solicitud a la Santa Sede , hasta que por fin el 7 de mayo de 1779, el Papa Pío VI expidió la bula  titulada " Inmensa Divinae Pietatis Charitas" por la cual se decretó la creación del obispado de Sonora, que debería quedar integrado por las provincias de Sonora, Sinaloa que se le segregaban al obispado de Durango y las Californias que se le segregaban al obispado de Guadalajara y como sede episcopal se designó a la ciudad de Arizpe.

   Sin embargo no fue hasta el 15 de marzo de 1790, en que se expidió una Real Orden en la que se comisionó a Don Pedro Galindo y Navarro, asesor de las Provincias Internas, para hacer la división del nuevo obispado, quien la llevó a cabo el 28 de abril del mismo año.

   A la nueva mitra se le asignaron los siguientes límites: Al sur el Río de las Cañas, al oriente los linderos de Sinaloa y Sonora con la Nueva Vizcaya ( Chihuahua y Durango), por el poniente el Mar del Sur o Pacífico hasta el puerto de San Francisco en la Nueva California, hacia el norte no se le asignó límite por estar ocupadas aquellas tierras por los apaches.

   Se inició entonces el proceso de selección del titular de la silla episcopal. El Supremo Consejo de Indias presentó al Rey tres candidatos; todos ellos franciscanos: Fr. Juan Ramos de Lora, del Colegio de San Fernando de México, quien había sido misionero en las Californias y que después sería Obispo de Venezuela, Fr. Antonio de los Reyes, del Colegio de la Santa Cruz de Querétaro, que había sido presidente de las misiones de la pimería alta. El Rey se decidió por Antonio de los Reyes, quien había recibido todo el apoyo del visitador José de Gálvez., Hecha la presentación ante el Papa, ya que era la costumbre, debido a que por virtud del Real Patronato, el Rey podía presentar candidatos a obispos al Papa.

   Fue entonces que en el Consistorio del 11 de septiembre de 1780 fue preconizado por el Papa Pío VI como Primer Obispo de Sonora, Sinaloa y las Californias. El Rey de España le señaló una dotación anual de cinco mil pesos y ordenó que se le anticiparan los emolumentos correspondientes a dos años y le otorgó la comisión real para que se encargara de la institución de cuatro nuevas custodias de la orden de San Francisco de Asís en las provincias septentrionales de la Nueva España que deberían ser nombradas como: San Carlos de Sonora, Concepción de Nuevo México, San Antonio de la Nueva Vizcaya y San Fernando de las Californias. La de San Carlos de Sonora; que es la que nos ocupa, quedó constituida en Ures el 23 de octubre de 1783.

   Fr. Antonio de los Reyes nació en la Villa de Aspe, Orihuela, España, el 11 de Septiembre de 1729 y fue hijo de Antonio de los Reyes y de Josefa Carrasco. Ingresó a la orden de San Francisco y en vino a la Nueva España y en 1767 fue enviado a las misiones de Sonora, a raíz de la expulsión de los jesuitas, como presidente de las mismas y se estableció en Cucurpe. También trabajó como misionero en las provincias de Texas y Nuevo Santander ( Tamaulipas).

   Una hermana de Fr. Antonio de los Reyes, llamada Antonia se casó con Josef Almada y Galipienzo, con quien tuvo tres hijos: José Antonio Juan, Antonio Roque Juan y Rafael Cosme Damián. Cuando De los Reyes fue nombrado Obispo , decidió que lo acompañaran a la Nueva España, sus sobrinos José; ordenado sacerdote, Antonio; que había estudiado un curso de minería, y el Teniente Antonio, militar de carrera e hijo de su hermano Teodoro.

   El 20 de marzo de 1782 el obispo De los Reyes, acompañado por sus tres sobrinos, y un séquito de misioneros, zarpó de Málaga rumbo a su nueva encomienda pastoral. Una vez en la Ciudad de México, fue consagrado obispo de Sonora, Sinaloa y las Californias en la parroquia de Tacubaya el 15 de Septiembre de 1782 por al Arzobispo de México Alonso Núñez de Haro y Peralta y unos días después fue recibido por el cuadragésimo Virrey de la Nueva España, General Martín de Mayorga.

   Terminados sus asuntos en la capital el obispo de los Reyes, acompañado por sus sobrinos y misioneros, emprendió su viaje hacia las provincias, pasando antes por Querétaro para conferenciar con los frailes del Colegio de la Santa Cruz, donde fue recibido con frialdad, debido al conflicto existente con ellos debido al informe que rindió en 1772 de su actuar en las misiones de las que ahora, él era el responsable. El conflicto con los frailes de Querétaro, atormentaría a De los Reyes hasta el último día de su vida.

   De Querétaro, De los Reyes viajó a El Rosario, Sinaloa donde el 25 de febrero de 1783 tomo posesión de la mitra. De ahí emprendió su viaje a Arizpe con el fin de establecerse en esa ciudad, como lo indicaba la bula emitida por el Papa.

   El 11 de mayo de 1783 llegó a Álamos, donde se detuvo debido a que su equipaje estaba detenido ya que el Capitán del presidio de Buenavista no había mandado los veinticinco soldados que se le ordenaron enviara para escoltar al prelado en su camino hacia el norte, ante el peligro de los ataques de indios, por lo que decidió estacionarse en esa ciudad hasta que pasara la época de lluvias. El viaje a Arizpe lo realizó poco después pero para enero de 1784 regresó a Álamos donde decidió finalmente establecer la cabecera de la mitra, ante la lejanía de Arizpe.

   El obispo De los Reyes fue el precursor de la educación en Sonora, ya que cuando llegó a Sonora, no existía ningún centro de educación y durante los pocos años que duró su gestión fundó siete escuelas primarias en distintos lugares y cátedras de gramática castellana y latina, una en Arizpe y otra en Álamos. Esta última la atendió junto con su sobrino; también sacerdote José Almada.

   El obispo De los Reyes también fue el iniciador de la construcción de la Iglesia de Álamos, de la que se iniciaron los trabajos en 1786 y fue terminada cuarenta años mas tarde. El diseño original de una catedral de dos torres fue cambiado a una torre con cúpula. Los candelabros, lámparas e incensarios eran de plata y el barandal de bronce y la plata del altar fue hecho por artesanos de Oaxaca. Estatuas labradas a mano con coronas doradas y túnicas incrustadas con piedras preciosas adornaban los altares y la custodia, cálices y ornamentos eran también de oro. La construcción se interrumpió por algunos años debido a la muerte de Juan Ros, el contratista original y se reinició en 1803 bajo la responsabilidad de Camilo San Martín, un constructor de Durango, quien quizá la terminó en 1815 aunque los trabajos continuaron hasta 1826.

   El obispo Antonio de los Reyes Carrasco enfermó repentinamente a finales de febrero de 1787 y murió el 6 de marzo del mismo año. El diagnóstico medico fue fiebre, pero se cree que murió de pulmonía. Álamos se puso de luto y miles de personas de todas partes de Sonora vinieron a rendirle su último homenaje antes de que sus restos fueran sepultados bajo el altar principal de la parroquia de ladrillo, que se localizaba junto a la de piedra que el fundó.

   El 27 de mayo de 1883, el Papa León XIII dividió El obispado de Sonora, Sinaloa y las Californias creando las diócesis de Sinaloa y la de Sonora, misma que estableció su sede en Hermosillo. Después 13 de Enero de 1919 el Papa Benedicto XV dividió el obispado de Sonora en el de Hermosillo y Cajeme, que es como funcionan hasta ahora.


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(Samuel Miranda)