SAN ARMANDO DE ZIERIKZEE
1524 d.C.
8 de junio
Nació en la isla de
Schouwen en Zeeland (Holanda). Cuando el siglo XV estaba en su mitad, él,
movido por la vocación divina, entró en el convento de los
franciscanos para seguir un camino de mayor perfección cristiana.
Una vez que le admitieron, pasó largos años estudiando la Sagrada
Escritura. Para ello tuvo suerte, ya que sabía la lengua griega, la
hebrea y la caldea. Con este bagaje cultura, no le fue muy difícil
empezar a hacer comentarios bíblicos, aunque inéditos, pero
no así tres obras completas que aparecieron en 1534: “Chronica compendiosissima
ab exordio mundi ad annum 1534”; “De septuaginta hebdomadibus Danielis”;
“De Sophi rege Persarum, hoste Turcarum”.
Su enseñanza tuvo un gran eco en todo el mundo cultural.
El mismo padre benedictino Butzbach describe con palabras elogiosas al beato
Armando: "Profundo en la Biblia, no desconocedor de la filosofía
secular, de estilo ingenioso, buen comunicador, piadoso en su vida, inferior
tan sólo al Tritemio".
Este joven, con su inquietud y su enorme corazón, quiso
reformar la Orden de san Francisco, sin que hubiera necesidad de recurrir
a las clásicas divisiones que se suscitan cuando alguien pretende
hacer reformas. Este fue el ideal que movió su vida entera mientras
estuvo como ministro en la región de Colonia durante un trienio. Pero,
muy a pesar suyo, encontró muchas dificultades que le llevaron a renunciar
de su cargo en 1506, desilusionado, se fue con los Coletinos de Lovaina
pasando con ellos a la estricta Observancia.
Le encantaba la vida en común. Con tal de que esta
marchara bien, estaba dispuesto a dejar toda clase de privilegios personales.
Los últimos años de su vida le sobrevino una dolorosa enfermedad
por lo que tuvo que dejar sus últimas obras a un escriba. Murió
en el convento de Lovaina. Es recordado como beato en el Martirologio Franciscano.