BEATA AURELIA ARAMBARRI
FUENTE
1936 d.C.
7 de diciembre
Nació en Vitoria,
Álava, España, el día 23 de Octubre de 1866. Recibió
ese mismo día el Bautismo en la Parroquia de Santa María de
Vitoria (antigua Catedral), imponiéndole el nombre de Clementina Francisca.
Sus padres, fervientes católicos, educaron cristiana y piadosamente
a su hija.
Contaba 20 años cuando efectuó su ingreso en nuestro
Instituto de Siervas de María, el 23 de Agosto de 1886, en la Casa
Madre. Conoció a nuestra Fundadora, Santa María Soledad, siendo
Ella quien Ie admitió y de cuyas manos recibió el Santo Habito,
el 14 de Noviembre de 1886. Efectuada su Profesión Temporal el 18
de Diciembre de 1887, fue destinada a Puerto Rico, donde emite su Profesión
Perpetua el 18 de Diciembre de 1894.
A los 38 años de edad, es nombrada Superiora de la Comunidad
de Guanajuato (México), pasando con el mismo cargo a la de Durango
y Puebla (México) donde vive la terrible Revolución mexicana.
Trasladada a España en Agosto de 1916, le confiaron de nuevo el cargo
de Superiora en Mataró, Alcoy, Sarriá y Barbastro, dejando
siempre en el desempeño de esta misión, muestras del mismo
celo e interés hacia las Hermanas. Prudente en extremo, bien tranquilas
podían estar sus hijas de que, cuanto se le confiaba, quedaría
en secreto.
En Octubre de 1929, al ser erigida la Provincia de Madrid es
trasladada a la misma como Consejera Provincial y Superiora de la Comunidad
de Pozuelo de Alarcón, hasta que en 1934, viéndose imposibilitada
por una parálisis progresiva, es trasladada a la enfermería
de la Casa Madre (Madrid), siendo para cuantos la cuidaban y visitaban modelo
de virtudes: nunca se quejaba de lo mucho que sufría, se la veía
siempre con la misma paciencia y conformidad con la voluntad de Dios. Para
ella todo estaba bien y se mostraba agradecida a cuantos servicios le prestaban.
En cualquier circunstancia, por difícil que ésta fuera, acostumbraba
a decir: “Será lo que Dios quiera. Él sabe que estamos aquí.”
Todo lo veía como venido de la mano de Dios y en El confiaba repitiendo:
“De Dios somos, no permitirá que nos pase nada malo.”
En Julio de 1936, se declara la guerra civil en España,
nuestra casa fue tomada y las Hermanas tuvieron que dispersarse entre las
familias conocidas, estando sometidas a una estrecha vigilancia y en absoluta
incomunicación las unas de las otras. Ante el gran peligro que corrían
nuestras amadas ancianitas en Madrid, se dispuso el traslado de Madre Aurelia
a la casa de Pozuelo de Alarcón, para que gozara de más paz
y tranquilidad, aunque los planes de Dios bien se han visto, eran muy diferentes.
Madre Aurelia con otras tres Hermanas más, fue reconocida
como religiosa y sin negar en ningún momento su condición de
consagrada, fue elegida para el martirio. Es muy probable que Madre Aurelia
muriera en la noche del 6 al 7 de Diciembre de 1936 en Aravaca (Madrid).