¿ES BARTOLOMÉ DE LAS CASAS
DIGNO DE CONFIANZA EN SUS ESCRITOS?
Brevísima relación de la
destrucción de las indias. Obra de Fray Bartolomé de las Casas,
quien calificó así la colonización de América.
¿Se trata de una calificación cerrada y definitiva? Veamos.
Bartolomé de las Casas nació en Sevilla, en 1474, hijo del
rico Francisco Casaus (apellido que delata orígenes judíos).
El padre de Bartolomé acompañó a Colón en su
segundo viaje al otro lado del atlántico, quedándose en Antillas,
donde creó una gran plantación donde se dedicó a esclavizar
a los indios (práctica que caracterizó el primer período
de la conquista, suprimida por Isabel la Católica). Después
de estudiar en la Universidad de Salamanca, Bartolomé partió
a América para hacerse cargo de la herencia paterna, y hasta los 35
años empleó los mismos métodos que más tarde
denunciaría. Luego de su conversión, Las Casas se ordenó
cura primero y luego dominico y dedicó el resto de su larga vida a
defender la causa de los indígenas ante las autoridades de España.
Con demasiada frecuencia se escribe la historia dando por sentado que sus
protagonistas se comportan pura y exclusivamente de forma racional. Algunos
estudiosos, al realizar un análisis psicológico de la <<vociferante>>
personalidad de Las Casas han llegado incluso a hablar de un <<estado
paranoico de alucinación>>; juicios severos que han sido defendidos
por historiadores como el español Ramón Menéndez Pidal.
Asimismo, el norteamericano William S. Maltby, profesor de Historia de Sudamérica
en una universidad de EEUU, y quien en 1971 publicó un estudio del
tema en cuestión, escribió que <<ningún historiador
que se precie puede hoy tomar en serio las denuncias injustas y desatinadas
de Las Casas>>, concluyendo que <<En resumidas cuentas, debemos
decir que el amor de este religioso por la caridad fue al menos mayor que
su respeto por la verdad.>>.
Sea como fuere, tras su insistencia, las autoridades de la madre patria atendieron
sus consejos y aprobaron severas leyes de tutela de los indígenas,
lo que más tarde iba a tener un perverso efecto: los propietarios
españoles, necesitados de abundante mano de obra, dejaron de considerar
conveniente el uso de las poblaciones autóctonas que algún
autor define hoy como <<demasiado protegidas>>, y comenzaron
a prestar atención a los holandeses, ingleses y franceses que ofrecieron
esclavos importados de África y capturados por los árabes musulmanes;
esclavos a quienes posteriormente también llegaría una ley
española de tutela.
Es preciso rescatar que Las Casas haya podido atacar impunemente y con expresiones
terribles no sólo el comportamiento de los particulares sino el de
las autoridades, lo que se debió, en palabras de Maltby <<además
de a las cuestiones de fe, al hecho de que la libertad de expresión
era una prerrogativa de los españoles durante el Siglo de Oro, tal
como se puede corroborar estudiando los archivos, que registran toda una
gama de acusaciones lanzadas en público -y no reprimidas- contra las
autoridades>>. Más aún, este furibundo contestatario
no sólo no fue neutralizado, sino que se hizo amigo íntimo
del emperador Carlos V, y éste le otorgó el título de
protector general de todos los indios, y fue invitado a presentar proyectos
que, una vez discutidos y aprobados, se convirtieron en ley en las Américas
españolas. Nunca antes un <<profeta>> había sido
tomado tan en serio por un sistema político al que se nos presenta
entre los más oscuros y terribles.