BEATA EMILIA DE VILLANUEVA
1854 d.C.
2 de octubre

Beata Emilia de Villanueva

   Nace en Toulouse, Francia, en noble cuna. En casa la disciplina es estricta, ahí aprende a valorar la puntualidad, el orden, el silencio y va formando su carácter firme, sin dejarse llevar por los sentimientos. La atención materna se centra en las hermanas mayores Leoncia y Octavia, dejando a un lado a Emilia, quien se vuelve solitaria y reservada. Se le encomienda enseñar las primeras letras a su hermano Ludovico. En 1825 fallece su madre. Al año siguiente, su padre es nombrado alcalde de Castres y cede la custodia de sus hijos a su anciana madre quien vive en Toulouse; los nietos crecen en una total desatención. En 1828 fallece Octavia, lo que provoca en Emilia una trascendente transformación, volviéndose sensible y caritativa hacia los desamparados, descubriendo en ellos a Dios. En 1830 su padre renuncia al citado cargo y regresa con Emilia y Ludovico a Castres, donde la joven se convierte en administradora, sin abandonar sus actividades pías. Bajo la guía de su director espiritual profundiza su labor social y trata de ingresar a la sociedad de las Hijas de San Vicente de Paúl, sin embargo su padre le indica retrasar su afiliación (1834).

   Un piadoso hombre escribe al señor Villeneuve diciéndole que tuvo una revelación donde se le indica que Emilia debe fundar una casa de religiosas dedicadas a la educación de niños. Luego de meses de reflexión, el guía espiritual y el señor Villeneuve acuerdan en conceder a Emilia el permiso y el dinero para adquirir una casa y establecer ahí su fundación: la Congregación de la Inmaculada Concepción, cuyo hábito será azul. El 8 de diciembre de 1836 toma el hábito y adopta el nombre de Sor María, siendo la primera superiora. Redacta la Regla y señala que el apostolado de las religiosas será "la educación de los niños abandonados, el servicio a los pobres y a los prisioneros y la instrucción y formación profesional de las jóvenes". A partir de entonces las conocidas como "hermanas azules" de dicha población, no exentas de dificultades, poco a poco se afirman y trascienden las fronteras de Francia. En 1854, una epidemia de cólera azota el país y la madre Villeneuve con sus hijas espirituales atienden sin descanso a los afectados, milagrosamente el mal no infecta el convento, pero la superiora es víctima de sudor anglicus (enfermedad febril contagiosa) el cual le ocasiona la muerte. Beatificada por el Pontífice Emérito, Benedicto XVI (2005-2013) en 2009. Hoy en día, las Hermanas Azules de Castres cuentan con más de seiscientas integrantes repartidas en 123 comunidades, presentes en Europa, África, América del Sur y Asia.

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(Samuel Miranda)