BEATA JULIA DE LA RENA DE CERTALDO
1370 d.C.
9 de enero
Nace en Toscana (Italia), no
distante de Certaldo, en torno al año1320, de padres de nobles venidos
a menos. Huérfana en su juventud, pasa al servicio de la familia Tinolfi,
en la vecina ciudad de Florencia. Tras entrar en contacto con los agustinos
y conocida su espiritualidad, sin contar veinte años de edad, solicita
y recibe el hábito de agustina secular.
Sintiéndose llamada a una forma de vida más radical
y austera, en plena flor de su existencia, decide abandonar la ciudad y recogerse
en un lugar solitario. Vuelta a Certaldo se aloja en un pequeño local
contiguo a la iglesia agustiniana de San Miguel y Santiago, en el cual hizo
abrir dos minúsculas ventanas, una que miraba a la iglesia para en
poder asistir a las sagradas funciones, y la otra hacia el exterior, por donde
recibir el alimento que la piedad popular pudiera proporcionarla. Y una vez
colocado sobre la pared un gran crucifijo, con solemnidad y en presencia de
numeroso público entre devoto e incrédulo, desde el exterior
un maestro albañil tapió la entrada.
Desde este momento ya nunca saldrá de su pequeño
reclusorio. Como una emparedada, vivirá segregada del mundo por un
período de aproximadamente treinta años, recorriendo hasta el
fondo el largo camino de la ascética y de la mística. Penitencia
y oración fueron sus ocupaciones cotidianas. De su manutención
se encargaban los habitantes de Certaldo y sus alrededores. Tradiciones populares
refieren que hasta los niños, privándose de alimentos y golosinas,
corrían en su ayuda llevándole algo de comer, y que Julia, agradecida
y sonriente, a cambio, hasta en invierno les obsequiaba con flores frescas.
Nada más se sabe de esta intrépida mujer, a no ser la gran
veneración hacia ella de sus conciudadanos por semejante vida de piedad
vivida ante sus propios ojos.
Julia muere en torno a 1370. Su culto se inició inmediatamente
después de su deceso, pues ya en 1372 consta la dedicación de
un altar en la iglesia junto a la cual había transcurrido la mayor
parte de su vida y donde al fallecer había sido sepultado su cuerpo.
Desde 1506 la alcaldía corre con los gastos de la fiesta en honor de
la beata, a cuyo favor varias veces fue atribuida la liberación de
pestes y contagios en toda la comarca.
El culto ab immemorabili fue confirmado por Pío VII
en 1819.