Beata María Marcelina
de la Inmaculada Concepción (Marcelina Darowska), viuda y fundadora,
1911. Nació en Szulaki, Ucrania, en el seno de una familia terrateniente.
Desde pequeña destacó por su piedad y continua oración,
virtudes por las cuales decidió dedicarse a la vida religiosa; sin
embargo, en el lecho de muerte de su padre prometió que contraería
matrimonio para preservar el linaje; se casó con Karol Darowski, con
quien procreó dos hijos.
Enviudó después de tres años de matrimonio,
y murieron sus hijos, por lo cual pudo ingresar en un convento. Viajó
a Roma, donde conoció al padre Hieronim Kajsiewicz (quien se convirtió
en su director espiritual) y, por medio de él, a Josephine Karska,
quien ya tenía la idea de fundar una congregación dedicada
a la formación integral de la mujer; éste fue el inicio de
la Congregación de las Hermanas de la Inmaculada Concepción
de la Bendita Virgen María.
Al morir sor Josephine, Marcelina asumió el cargo de
superiora. Trasladó a su país natal la sede de la congregación,
y en Jazlowiec, Ucrania donde radicaría el resto de su vida, fundo
la primera escuela para niñas, a la cual convirtió en un importante
centro cultural y espiritual.
Su carisma se basaba en el renacimiento y la consolidación
de la familia sobre las bases del amor, el respeto y la oración, y
en fincar sólidas bases morales en la sociedad. Las escuelas
que fundó anexas a los monasterios eran gratuitas. En los cincuenta
años que fue abadesa fundó siete conventos, con igual número
de escuelas. Dejó herencia de oración, amor al prójimo,
y formación académica y religiosa
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(Samuel Miranda)