BEATA MARÍA RÁFOLS
1853 d.C.
30 de agosto
Religiosa fundadora de las
Hermanas de la Caridad de Santa Ana y su primera superiora general. Hija de
un molinero, tras la muerte de su padre ingresa en el monasterio femenino
de San Gervasio, de la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén,
en 1794.
En 1803 tiene ocasión de ejercitar duras tareas benéficas
con motivo de la peste que se produce en torno a Barcelona; ese mismo año
conoce al P. Juan Bonal, quien será durante muchos años su director
espiritual e inspirador de la fundación de un instituto religioso que,
a la manera de las Hijas de San Vicente de Paúl en Francia, se ocupe
ante todo de la atención a los enfermos.
El 28-XII-1804 llega a Zaragoza un grupo de doce hermanos y
doce hermanas reunidos por el Padre Bonal para hacerse cargo de los servicios
del Hospital de Nuestra Señora de Gracia, fundado en 1425, cuya Junta
o Sitiada les había solicitado.
Esa primera comunidad se prolongará en un principio
a Huesca (1807). Al comenzar la guerra de la Independencia, el papel de las
hermanas va a ser muy destacado; tras el primer Sitio de Zaragoza queda destruido
el gran edificio del Hospital y la Madre Rafols se ocupa de colocar a los
enfermos, que pronto se multiplicarán hasta alcanzar la cifra de 6.000,
en diversos edificios oficiales y privados, de rescatar objetos religiosos
y artísticos y conseguir ayudas, solicitándolas insistentemente
no sólo al general Palafox sino incluso al sitiador, Lannes, y a Madrid,
escribiendo a la escritora aragonesa Josefa Amar y Borbón Atienden
las hermanas a la redención de cautivos.
Retirados los franceses el 14 de agosto, el Hospital era una
ruina total. Los enfermos heridos, en número superior a 4.000, fueron
trasladados a la Real Casa de Misericordia. El 10 de diciembre comenzó
un nuevo asedio; ante la trágica situación de la ciudad por
la difusión de nuevas epidemias de peste, la Madre Rafols acompañada
de dos Hermanas, se presentó al general francés en petición
de ayuda; les fueron concedidos víveres y un salvoconducto. Tras la
ocupación de la ciudad, la nueva Junta de la Sitiada impone unas nuevas
Constituciones a las Hermanas y acepta la dimisión de la Madre Rafols
(12-XI-1811), quedando encargada de la sacristía; después marchó
al Orcajo (Daroca), para volver tras la marcha de los franceses (1813) a dirigir
la Inclusa o Asilo-Cuna del Hospital. En 1826 es elegida de nuevo superiora
hasta 1829.
En 1834, oscuros acontecimientos aún no del todo esclarecidos
la llevan durante dos meses a la cárcel de Predicadores. Se le acusaba
de complicidad en una conspiración contra la reina. Dos meses después
fue puesta en libertad, y al año siguiente obtuvo sentencia eximiéndola
de culpabilidad; pero fue desterrada a su pueblo natal, que pudo cambiar por
Huesca, donde desde 1807 existía casa de la misma Hermandad. Seis años
duró el confinamiento. En 1841 es autorizada a regresar a Zaragoza
y vuelve al Hospital destinada a la Inclusa. Se retira en 1845, resentida
su salud, y pasa una temporada en Belver de Cinca (H.); durante sus últimos
años redacta escritos espirituales.
Tras su muerte, comienza su fama. En 1908, centenario de los
Sitios de Zaragoza, la patria y la ciudad de Zaragoza la proclaman «Heroína
de la Caridad». Fama también de santidad, que se prolonga hasta
que en 1944, Pío XII, suspendió la causa de beatificación.
Autorizó la reanudación del proceso Juan Pablo II, el 4-XII-1980.
Retomado el proceso de canonización, fue beatificada por el Papa Juan
Pablo II el 1-X-1994. Su fiesta se celebra el 5 de noviembre. Su cuerpo y
su altar se hallan en la capilla del Noviciado de la Congregación de
Hermanas de la Caridad de Santa Ana de Zaragoza fundada por la nueva beata
para atender los segmentos de población marginados.
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(Samuel Miranda)