BEATO ARTÉMIDES ZATTI
1951 d.C.
15 de marzo
San Juan Bosco, cuando fundó
la Familia Salesiana, pensó en una figura muy querida para él:
el coadjutor salesiano consagrado a Dios, al igual que los miembros que son
sacerdotes. Fue una concepción nueva dentro de la Iglesia respecto
a los legos que ya existían en otras Ordenes religiosas.
Su misión es eminentemente educativa y en puestos de
trabajo pastoral, a los que les es más difícil que accedan los
sacerdotes. Artemide fue enfermero, farmacéutico. Cuando hubo necesidad
y también porque lo sentía en su alma, se fue de misionero
a la Argentina, aunque él nació en Boretto, Italia, en 1880.
Su familia, como tantas otras italianas, emigró a esta gran nación
sudamericana.
Frecuentando de chico la parroquia salesiana, se enamoró
de la obra de D. Bosco. Pidió entrar en los Salesianos y hacerse uno
más de ellos. La obediencia lo destinó a una casa en la que
tenía que curar a tuberculosos. El cayó enfermo en Viedma, en
la inmensa Patagonia argentina. Tuvo como director espiritual a don Juan Cagliero,
enviado directamente por el fundador como misionero. Después llegaría
a ser cardenal de la Iglesia.
Tenía una gran devoción a María Auxiliadora.
Fue ella quien le curó de su enfermedad. Cuando murió el sacerdote
Garrone, se cargo del hospital. Esta fue la plataforma y la autopista que
le enseñaron a navegar por el mundo de la santidad. Era el alma de
todos los enfermos y de cuantas personas lo conocieron. Su jornada diaria
consistía en la participación en la Misa, visitar a todos los
enfermos del hospital y fuera del mismo. Después de la comida, tocaba
jugar a las cartas con los enfermos convalecientes, horas de farmacia, estudio,
lectura. Fue el promotor de un nuevo hospital.
Le entró la enfermedad del cáncer en el año
1950 y murió al año justo. Sus restos descansan en la capilla
del colegio de Viedma.