En Palermo, de Sicilia,
en Italia, beato Jacobo Cusmano (Jaime o Santiago), presbítero, que
fundó el Instituto de Misioneros Siervos y Siervas de los pobres, y
se destacó por su caridad hacia los necesitados y enfermos.
Hijo de padres con vastos
recursos, nació en Palermo, Italia; su familia le procuró formación
en los valores cristianos. Cursó sus estudios primarios en el colegio
de los Jesuitas, en su tierra natal, distinguiéndose por su inteligencia
y religiosidad. Definió su vocación por el sacerdocio e inició
estudios eclesiásticos. Al darse cuenta de las necesidades de sus coterráneos,
decidió misionar entre ellos y auxiliar en aspecto físico y
espiritual a los marginados; cursó la carrera de medicina hasta recibir
su título. Consagró su profesión a la atención
de los indigentes de Palermo a quienes proporcionó consulta, medicinas
y alimentos, en forma gratuita hasta lograr su recuperación, además
de difundir entre ellos la palabra de Dios. Tiempo después, en 1860,
recibió la ordenación sacerdotal. Estableció una fraternidad
a la que llamó "Pan de los pobres", donde acudían los necesitados
para recibir alimentos y sobre todo participaban en la Eucaristía.
Fundó las congregaciones de Siervos y Siervas de los pobres, para trabajar
en el apostolado con el lema "Caridad sin límites", cuyo apostolado
de servicio se ha extendido por el mundo. Dejó una herencia de santidad
a su muerte ocurrida en la ciudad italiana de Palermo; se le reconoce como
"Siervo de los pobres", por haberse hecho "pobre con los pobres". Juan Pablo
II lo beatificó en 1983. Iconografía: con hábito, en
actitud de alabanza con los brazos abiertos, la Eucaristía sobre su
pecho y en cada mano un pan, detrás de él una imagen de María
con el niño Jesús.