BEATO JUAN BEYZYM
1912 d.C.
2 de octubre
En Fianarantsoa, en la isla
de Madagascar, beato Juan Beyzym, presbítero de la Compañía
de Jesús, que ejerció su ministerio junto a los leprosos,
a los que prodigó una obra de caridad en favor de sus cuerpos y de
sus espíritus.
Juan Beyzym fue un pionero en el cuidado
de los enfermos de lepra cuando no había curación para ellos
y eran marginados afrentosamente de toda sociedad.
Juan nació el 15 de mayo de 1850 en Beyzymy Wielkie en Volinia, región
de la actual Ucrania. Su primera formación la recibió en su
hogar, en la finca agrícola de su familia. Pero sus padres fueron
obligados a emigrar después de revolución de 1863.
Juan hizo sus estudios secundarios en el Liceo de Kiev, y entró
en la Compañía de Jesús el 10 de diciembre de 1872,
en el Noviciado de Stara Wies. Durante el tiempo de su noviciado estalló
una epidemia de cólera, y Juan y otros novicios tuvieron permiso para
acompañar a los Padres y Hermanos jesuitas que visitaban a los enfermos
en las aldeas cercanas para asistirlos.
Los estudios sacerdotales, de filosofía y teología, los hizo
en Cracovia. En 1879 se ofreció para dedicar su vida al trabajo entre
los leprosos. Allí, en Cracovia, el 26 de julio de 1881 recibió
la ordenación sacerdotal de manos del obispo Albino Dunajewski.
Su primera misión apostólica fue trabajar en los
Colegios de Tarnopol y de Chyrów donde enseñó francés
y ruso, y donde también tuvo a su cargo la clase de enfermería..
Durante los años de su trabajo de educador, creció y maduró
en él el deseo de consagrar su vida al duro y exigente trabajo en
el servicio hacia los leprosos. Y mantuvo un intercambio epistolar con el
Padre General manifestando siempre este deseo.
Y al fin, a los 48 años, obtuvo el permiso del P. General
Luis Martin. Viajó de inmediato al Africa llegando a Madagascar en
1898 para compartir su trabajo apostólico con los jesuitas franceses.
Escogió este país, en lugar de la India, porque él podía
hablar francés y podría allí empezar de inmediato un
trabajo entre los leprosos.
Primero, fue asignado, conforme a sus deseos, a la leprosería
de Ambahivuraka, en las afueras de Tananarive, en una zona desértica
y abandonada. Allí vivían 150 leprosos en extrema pobreza material
y espiritual, diezmados por el hambre y la enfermedad, y privados de los
más elementales servicios médicos. Muchos morían más
por hambre que por la lepra.
Su primer trabajo fue el trasladarse a vivir con ellos, algo
que pareció a muchos verdaderamente increíble. Echó
manos a la experiencia que ya tenía de Enfermería y empezó
a dar alguna atención médica. En una de sus muy numerosas cartas
escribía: “Día y noche vivo con los enfermos”. Y añadía
que a pesar de estar terriblemente desfigurados los leprosos “no dejan de
ser nuestros hermanos y hermanas quienes tienen tanta necesidad de nosotros”
Y así, durante trece años, él no cesó
de entregarse a ellos, con todas sus fuerzas y con toda su inteligencia.
Trabajó para arreglar las casas donde vivían sus enfermos.
Aseguró alimentación e inauguró el agua potable. Continuamente
viajaba a la ciudad para conseguir alimentos y medicinas.
Desde un primer momento quiso tener allí médicos
y enfermeras. Y trabajó para ello.. Él sabía que su
proyecto era demasiado para la Misión. Y poniéndolo bajo la
protección de Nuestra Señora de Czestochowa, inició
peticiones a las organizaciones misioneras católicas y a empresas
industriales y comerciales de Polonia. Sus cartas fueron elocuentes y muy
efectivas. Escogió un lugar en Marana, cerca de la ciudad de Fianarantsoa,
porque ahí había agua de buena calidad y terreno apto para
trabajos agrícolas. Y el mismo Juan supervisó las construcciones
e incluso él hizo las esculturas de la Capilla.
Y antes de inaugurar este hospital el Padre Juan Beyzym tuvo
que acoger en él a sus leprosos de Ambahivuraka que decidieron dejar
sus pobres casas, en una viaje de casi 300 kilómetros, muy duro de
un mes, para estar junto a él que les había mostrado tanta
aceptación y cariño. Hubo que construir viviendas para ellos
y sus familias.
Este Hospital fue inaugurado oficialmente el 16 de agosto de
1916, después de la muerte de su fundador. Hoy es un hospital de 150
camas, administrado por la Hermanas de San José de Cluny. Es el mejor
monumento a este hombre extraordinario e incansable, memorial de su gran
abnegación que supo dar sentido de dignidad y esperanza a los más
pobres, y de la caridad de sus compatriotas de Polonia. Entre éstos
hubo muchos pobres que supieron ser generosos con los más pobres que
ellos mismos.
El P. Beyzym murió en Marana el 2 de octubre de 1912.
En su vida, como en sus tareas apostólicas, siempre tuvo ante sus
ojos lo que San Ignacio había indicado a los jesuitas: la mayor gloria
de Dios y salvación de las almas. Escribía: “Nuestra patria
está allí donde se puede esperar la mayor gloria de Dios y
bien de las almas. Poco importa donde se viva: en el ecuador o en el polo
norte. Lo que vale es morir en servicio del Señor Jesús como
jesuita- Yo pido a Dios esta gracia para mí y para toda nuestra querida
Provincia”. El Papa Juan Pablo II lo beatificó en Cracovia, Polonia,
el 18 de agosto del año 2002.