BEATO JULIÁN MAUNOIR
1683 d.C.
28 de enero



   No se  puede decir que los católicos de otras naciones ignoran la historia religiosa de Francia en el siglo XVII, pero es indudable que uno de los aspectos menos conocidos de esa historia es el trabajo de los misioneros en el interior del país. Todo el mundo está al tanto de las actividades de un monsieur Olier, en París, o de un San Vicente en todo el territorio francés; pero son mucho menos conocidas las actividades de un San Juan Eudes en Normandía, de un San Pedro Fourrier en Lorena, de un P. Juan Lejeune en el Limousin, el Languedoc y la Provenza, de un San Juan Francisco de Regis en Velai y Vivarés, y en general de todas las misiones de la Bretaña. Sin embargo, según opina Henri Brémond, estas últimas fueron las más fructuosas de todas y, cierta mente, las más pintorescas.

   Entre los misioneros de la Bretaña se destacan el benedictino Miguel Le Nobletz y el P. Julián Maunoir. Este había nacido en la diócesis de Reims en 1606 e ingresó en la Compañía de Jesús, en 1625. Durante los Ejercicios Espirituales que precedieron a su ordenación, Julián de Maunoir escribió, acabando de comulgar: "Sentí un celo extraordinario por la salvación de las almas y un gran deseo de trabajar por ellas con todos los medios posibles. La voz del Señor repetía en mi corazón: 'Yo trabajé, lloré, sufrí y morí por ellas'." Estas palabras resumen la vida de Julián. Después de su muerte, ocurrida en Plévin de Cournouaille, el 28 de enero de 1683, los   peregrinos acudieron en masa a besar aquellos pies que habían viajado por toda la Bretaña y llevaron hasta sus últimos rincones el mensaje envangélico. Fue beatificado por Pío XII el 20 de mayo de 1951.
 
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(Samuel Miranda)