BEATO MARINO BLANES GINER
1936 d.C.
8 de septiembre
En Alcoy, cerca de Alicante,
en España, Beato Marino Blanes Giner, mártir, que, siendo
padre de familia, recibió de Dios la vida eterna después de
sufrir la muerte a manos de hombres, en días de la persecución
religiosa.
El Beato Marino Blanes Giner nació
el 17 septiembre de 1888 en la ciudad de Alcoy, provincia de Alicante, diócesis
de Valencia. Fue bautizado en la Iglesia parroquial de Santa María
de la ciudad de Alcoy, el 19 septiembre del mismo año. Sus padres
Jaime Blanes Reig y Josefa Giner Botella educaron a su hijo "en un ambiente
muy católico de una gran raigambre religiosa". El 8 de agosto de 1902,
de manos del Excmo. y Revdmo. Sr. D. Juan Benlloch, recibió el sacramento
de la confirmación en la parroquia de Santa María de la ciudad
de Alcoy. El 26 septiembre 1913 en la Iglesia de San Mauro y San Francisco
de Alcoy, a la edad de veinticinco años, contrajo matrimonio canónico
con Julia Jordá Lloret, que tenía veintidós años.
Formaron un hogar cristiano bendecido por Dios con 9 retoños, 4 de
los cuales, cuando se instruyó el proceso de beatificación
de Marino Blanes Giner, sobrevivían Julia Isabel, María de
los Desamparados, María del Milagro y Marino Francisco. Pertenecía
a la Asociación de la Doctrina Cristiana.
Vivió auténticamente su vocación laical, tratando
de impregnar de espíritu evangélico la realidad temporal en
la cual la Providencia divina lo llevó a ejercer su trabajo cotidiano
al servicio y en la construcción de la sociedad civil valenciana como
empleado del Banco Español de Crédito y como concejal del Ayuntamiento
de Alcoy.
Hombre profundamente religioso, movido por del Espíritu
Santo se dedicó al apostolado organizado siendo miembro de varias
asociaciones laicales, fue Terciario de San Francisco, miembro del Santísimo
Viático, de San Jorge, del Niño de Jesús del Milagro,
de San Juan de Dios y presidente de la Adoración nocturna. Fue también
miembro de las Conferencias de San Vicente de Paúl, de la Escuela
de Cristo, de San Mauro, de Santísima Trinidad, de San Antonio, del
Apostolado de la oración, de la Virgen del Carmen, de la Virgen de
los Desamparados y de otras. Además fue fundador del Centro Instructivo
Católico.
Colaboró en estrecha relación con el párroco
en la catequesis; solía ir los domingos a las masías ya que
pertenecía a la "Asociación San Ignacio" que tenía como
misión enseñar el catecismo en las aldeas circundantes a Alcoy,
como son Paly, Mariola, Barchell, Batoy y Carabenchell.
Apóstol social ejercía la caridad hasta donde
le permitía su posición económica. Su ayuda a los necesitados
llegó al extremo de la quiebra, así nos lo narra el sobrino
del Beato: "Su madre Josefa Giner, le montó un negocio de curtidos
de cuero... negocio que fue a la quiebra porque muchos zapateros acudían
a él en demanda de género, aludiendo que ya le pagarían
luego, pues estaban necesitados de género y precisaban las materias
para salir adelante, y el todo corazón les servía, produciéndose
lo inevitable: el cierre. En el mismo local, su madre le volvió a
montar un comercio de comestibles y nuevamente se vio abocado a la quiebra".
Los domingos ayudaba a las hermanas que prestaban asistencia
en el Hospital Oliver para el aseo personal de los enfermos. Por la intensa
actividad apostólica que realizaba y por haber impedido la quema de
la iglesia de San Mauro era considerado por los enemigos de la Iglesia como
un católico ferviente, por ello lo arrestaron y asesinaron.
El Beato, durante la República, de 1931 a 1936, y en
los días previos a la revolución era consciente de la situación
que estaba para afrontar: persecución religiosa y probable martirio;
así lo manifiesta un testigo y compañero de trabajo: "Durante
la República del 31 al 36 mantuvo su postura de católico convencido
a pesar de los peligros que le pudieron sobrevenir". Confirmado por un vecino
de la casa del Beato: "Al iniciarse la República notamos cierta hostilidad
en el ambiente de nuestro apostolado, pero él mantuvo sus actividades
catequistas".
En el mismo modo declara la hija del Beato: "Mi padre cuando
vino la República y la persecución religiosa permaneció
firme en sus convicciones hasta el punto que cuando el peligro iba creciendo
se consideraba no buen cristiano sino era perseguido". Durante los años
de la República se dedicó a velar por la seguridad de las iglesias:
Así lo afirma un testigo que tuvo al Beato como catequista: "Cuando
vino la República del 31 al 36 conservó su temple apostólico,
llegando a quedarse en el interior tanto del Patronato como de la Iglesia
de San Francisco y de San Mauro para defenderlas de posibles ataques". Confirmado
por la deposición de su hija: "Tuvo gran interés en cuidar
por la seguridad de las iglesias". Del mismo modo declara un testigo de oficio,
y compañero de apostolado del Beato: "Durante la República
continuó sus actividades apostólicas conservando su ánimo
decidido en la defensa de lo cristiano".
Animado por este celo eclesial en una ocasión impidió
la quema de la iglesia de San Mauro y San Francisco: "Cuando regresaba a
su casa después de echar una carta al correo encontró en la
puerta de San Francisco 12 botellas de gasolina y otra para hacer de mecha,
alarmado llamó al vigilante e intervino la policía con lo que
se frustró la perversa tentativa. Al día siguiente un periódico
anticlerical publicaba un cuentecito diciendo: ‘¿Marino, no dice Ud.
que el salir de noche es pecaminoso?’".
La persecución religiosa en Alcoy se agudizó el
18 de julio de 1936 con el incendio de las iglesias, la quema de imágenes
y objetos religiosos y el encarcelamiento de muchos católicos. Al
precipitarse la revolución Marino Blanes reaccionó como un
hombre de fe profunda, poniendo toda su confianza en la Providencia divina.
Así lo refiere su esposa, testigo calificada por su cercanía
con el Beato: "Al estallar la revolución de 1936 insistían
en que se escondiese, pero él repetía: ‘nunca hice mal, sino
bien, luego no tengo motivos para esconderme’".
El 21 de julio de 1936 fue detenido por unos milicianos en su casa,
hacia las 13:30 hs.: La hija del Beato, depone: "Hacia la una y media (mediodía)
del 21 de julio se presentaron dos milicianos a la casita de Batoy con el
pretexto de que le tenían que hacer unas preguntas. También
fue detenido un vecino llamado Juan Torregrosa. De allí fueron conducidos
al Ayuntamiento. Al verle entrar el cabo de la guardia municipal dijo ‘ya
está aquí el de la gasolina’. Entonces mi padre le dijo a Juan
‘Ya no me salvo’. Este Juan aquella misma noche subió a su casa y
nos contó lo sucedido. Del Ayuntamiento fue trasladado a la cárcel
municipal donde estuvo siete semanas".
La esposa del Beato, en su deposición explica: "Juntamente
con mi marido se llevaron a mi cuñado Román Rodes, difunto,
quien regresó a casa esa misma noche mientras mi marido se lo llevaron
a la cárcel donde estuvo alrededor de dos meses para ser trasladado
a la prisión de las Esclavas, dos días antes de su muerte.
A su entrada al Ayuntamiento - me contó mi cuñado - un cabo
de guardia municipal, dijo: ‘ya está aquí el de la gasolina,
el que buscábamos’ - refiriéndose al hecho de impedir con su
intervención la quema de S. Mauro pues los sacerdotes así lo
reconocían". Depone un testigo: "Al Ayuntamiento donde estuve dos
o tres horas y en aquellos momentos pude hablar con el Beato quien me dijo:
‘Ah, D. Guillermo, usted lo contará, pero yo no’ previendo su próximo
martirio".
La muerte del Beato está probada mediante el certificado
de defunción y por la documentación que se encuentra en la
Sección "Causa General" del Archivo Histórico Nacional de Madrid.
La noche del 7 al 8 de septiembre de 1936 lo sacaron de su prisión,
y lo asesinaron. Así lo testimonia la hija del Beato: "En la noche
del 7 al 8 de septiembre de 1936 nos despertamos todos mis hermanos a las
tres como si presintiéramos alguna cosa desagradable y nos pusimos
a rezar, y al día siguiente cuando mi hermano Marino fue a llevarle
el desayuno a las 9 de la mañana, le dijeron que el Gobernador de
Alicante lo había reclamado y después fuimos a buscarlo a la
misma cárcel y nos dijeron: anoche le dimos libertad". La esposa del
Beato Marino Blanes Giner, declara: "Mi hijo fue un día a llevarle
la comida y le dijeron que lo habían llevado a Alicante y ya no supimos
nada más de él". Su cuerpo nunca fue encontrado.