BEATO ODÓN DE NOVARA
1198 d.C.
14 de enero
El Beato Odón monje
cartujo del siglo XII, es uno de los pocos hombres de Dios de aquella época,
sobre el que tenemos documentos de primera mano. El Papa Gregorio IX mandó
que se hicieran investigaciones sobre su vida con miras a su canonización,
y las declaraciones de los testigos han llegado hasta nosotros. Uno o dos
extractos de ellas nos darán una idea de la personalidad de Odón.
"Maestro Ricardo" obispo de Trivento, después de haber jurado por el
Espíritu Santo, ante los Evangelios, que diría la verdad, afirmó
que él había conocido al bienaventurado Odón como a
un hombre temeroso de Dios, modesto y casto, entregado noche y día
a la vigilia y la oración; que vestía ásperas túnicas
de lana y vivía en una estrecha celda, de la que no salía más
que para orar en la iglesia, y que obedecía siempre a la campana, cuando
ésta le llamaba al oficio. Cuantos fueron a él se sintieron
animados en el servicio de Dios. Leía constantemente las Escrituras
y, a pesar de su avanzada edad, se empleaba en su celda en trabajos manuales
para no ser presa de la ociosidad". El obispo da en seguida un breve resumen
de la vida de Odón, y hace notar que había sido nombrado prior
del nuevo monasterio cartujo de Geyrac, en Eslavonia. Pero que la cruel persecución
de que le había hecho objeto el obispo Dietrich le obligó a
abandonar esa comunidad, e ir a Roma para pedir permiso al Papa de renunciar
a su cargo.
La anciana abadesa de un monasterio de Tagliacozzo le había
ofrecido hospedaje, e impresionada por su santidad, obtuvo licencia de guardarle
como capellán de la comunidad. Muchos otros testigos de la edificante
vida de Odón hablaron de sus austeridades, de su caridad y de su humildad.
Uno de ellos, el arcipreste Oderisio, atestigua que estuvo presente en los
últimos momentos de Odón, y que "éste se hallaba acostado
en el suelo de la dicha celda, vestido con una camisa de cerdas, y que decía
en su agonía: 'Espera un poco, Señor, espera un poco; ya voy
a Ti'; y cuando los presentes le preguntaron con quién hablaba, respondió:
'Con mi Rey, a quien estoy viendo y en cuya presencia me hallo'. Al pronunciar
estas palabras, el bienaventurado Odón se enderezó, como si
alguien le tendiese la mano, y con ellas extendidas, pasó al Señor".
Esto acaecía el 14 de enero del año 1200, y la edad de Odón
se calculaba en cien años. El beato obró muchos milagros en
vida y después de su muerte, pero tenía horror de que las gentes
le atribuyesen poderes sobrenaturales. "Hermano -dijo a un hombre que solicitaba
su ayuda- ¿por qué te burlas de mí que soy un malvado
pecador y un saco de putrefacción? Déjame en paz; el único
que puede curarte es Jesucristo, el Hijo de Dios vivo"; y al decir esto, se
le saltaron las lágrimas. El enfermo quedó al punto sano de
una enfermedad que, según el testigo, que le había conocido
personalmente, le atormentaba desde hacia muchos años. El culto del
beato Odón fue confirmado en 1859.