BEATO ODORICO DE PORDENONE
1331 d.C.
14 de enero



   Beato Odorico de Pordenone, fraile, 1131. Es dificil encontrar en toda la literatura secular una vida más llena de aventuras que la del fraile franciscano Odorico de Pordenone. Era originario de Friuli, y se dice que su nombre de familia era Mattiussi. Hacia el año 1300, a los quince de su edad, tomó en Udine el hábito de San Francisco, y sus biógrafos proclaman el fervor con que se entregó a la oración, a la pobreza y a la penitencia. Al poco tiempo, Odorico se sintió llamado por Dios a la soledad y obtuvo permiso de llevar vida eremítica en una remota celda. Ignoramos cuánto tiempo duró esta estrecha comunión con Dios, pero parece que sintió un nuevo llamamiento para volver a Udine y practicar los ministerios apostólicos en los alrededores. Su predicación tuvo gran éxito y las multitudes venían desde muy lejos para oírle. Pero hacia 1317, cuando tenía un poco más de treinta años, sintió una inspiración diferente, y es difícil determinar la parte que tuvieron en su vida posterior el simple espíritu de aventura y el deseo apostólico de extender el Reino de Dios y salvar las almas. Probablemente acertaremos pensando que los dos elementos se hallaban mezclados. No es fácil precisar fechas; pero según Yule y Cordier, Odorico llegó a la India occidental poco después de 1321, vivió en el norte de China, de 1322 a 1328, y murió ciertamente en Udine, entre sus hermanos, en enero de 1331.

   En lo que concierne a la ruta de sus viajes, estamos mejor informados. Su primer objetivo fue Constantinopla, de donde pasó a Trebizonda, Erzerum, Tabriz y Soltania. En muchas de esas ciudades había casas de su orden, y el beato se detuvo probablemente bastante tiempo en cada una, de suerte que esta primera parte de su viaje debió durar unos tres años. De Soltania se dirigió, dando rodeos, a Bagdad y Hormuz, en la entrada del Golfo Pérsico, donde se embarcó con rumbo a Salsete. En Tana, o tal vez en Surat, reunió los restos de cuatro de sus hermanos que habían sido martirizados recientemente en ese lugar, en 1321, y los llevó consigo en su viaje al oriente. Fue a Malabar y a Ceilán, y después se detuvo, probablemente por algún tiempo, en el santuario de Santo Tomás en Mailpur, cerca de la actual Madrás. Ahí se embarcó con rumbo a Sumatra y Java, y es posible que haya visitado también el este y el sur de Borneo. En seguida pasó a China. De Cantón viajó a los grandes puertos del Fu-kien. Desde Fu-chau continuó a través de las montañas hacia Hang-chau (entonces Quinsai, la mayor ciudad del mundo) y Nan-king. Cruzando el gran canal en Yang-chau, se dirigió a Khanbaliq o Pekín, donde permaneció tres años en una de las iglesias fundadas por otro heroico misionero franciscano, el arzobispo Juan de Montecorvino, que era entonces ya muy anciano. De ahí retornó Odorico a Italia, a través de Shen-si y Lasha, la capital del Tibet, pero desconocemos el intinerario que siguió hasta llegar de nuevo a su provincia. Es interesante hacer notar que por lo menos durante la última parte de sus largos viajes, Odorico tuvo por compañero a un tal hermano Jacobo, fraile irlandés de su orden. Sabemos esto gracias a un documento conservado en los archivos de Udine, según el cual, después de la muerte de su compañero de viaje, el hermano Jacobo recibió dos marcos "por amor de Dios y del bienaventurado hermano Odorico". La narración de los viajes de Odorico, que desgraciadamente no fue escrita durante los mismos, sino dictada más tarde a uno de sus hermanos, no habla prácticamente de sus trabajos misionales.

   Ello hace difícil determinar hasta qué punto merecen crédito las leyendas posteriores sobre el éxito de su predicación. El cronista Lucas Wadding afirma que convirtió y bautizó a dos mil sarracenos, pero no explica de dónde toma el dato. También se dice que Odorico volvió de China a Europa en busca de misioneros para el Extremo Oriente, pero que San Francisco se le apareció en Pisa y le ordenó que retornase a Udine, explicándole que él mismo se encargaría de velar por esas remotas misiones. En su lecho de muerte, el gastado misionero declaró que Dios le había hecho saber que sus pecados estaban perdonados, pero que sin embargo, deseaba conseguir las "Llaves de la Iglesia" como un humilde niño y recibir los sacramentos. Odorico murió el 14 de enero de 1331. Se cuenta que obró muchos milagros después de su muerte. En uno de ellos interviene de nuevo el hermano, ya que cierto franciscano, predicador y doctor de teología en Venecia y que sufría de una penosa enfermedad de la garganta, rogó al hermano Jacobo que le encomendase a su antiguo compañero de viajes, y quedó curado al punto. El culto de Odorico fue aprobado en 1775.

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(Samuel Miranda)