BARTOLOMÉ ESTEBAN MURILLO
Virgen de la servilleta
Virgen de la servilleta
Bartolomé Esteban Murillo, h. 1666
Óleo sobre lienzo • Barroco
72 cm × 67 cm
Museo de Bellas Artes de Sevilla, Sevilla, España
La Virgen de la Servilleta
es un cuadro de Bartolomé Esteban Murillo en que se representa a la
Virgen María con el Niño Jesús. Fue realizada en 1666
con destino a la Iglesia de los Capuchinos de Sevilla (España) y mide
67 x 72 cm. Es una de las representaciones más populares de la Virgen
María y se encuentra expuesta en el Museo de Bellas Artes de Sevilla.
La obra formó parte del retablo de la citada iglesia de los
frailes capuchinos durante más de 150 años. En la Guerra de
la Independencia estuvo a punto de ser requisada por el mariscal francés
Jean de Dieu Soult gran admirador de Murillo, pero los religiosos sabedores
del valor de la obra, consiguieron trasladarla junto con otras pinturas en
1810 a Gibraltar, donde permaneció a salvo de la rapiña del
ejército francés hasta el término de la guerra en 1814.
En 1836 con motivo de la desamortización de los bienes
eclesiásticos decretada por el gobierno presidido por el ministro
Mendizábal, pasó a ser propiedad del estado y se integró
en el recién constituido Museo de Bellas Artes.El nombre con el que
se designa a la virgen proviene de una leyenda que fue recogida por primera
vez en el año 1833 en A Dictionary of Spanish Painting , redactado
por O´Neill. Existen dos versiones de la misma.
Según la primera de ellas, los frailes capuchinos se
percataron de que había desaparecido una servilleta de su ajuar doméstico,
pero unos días más tarde les fue devuelta por el propio Murillo
con el dibujo de la Virgen. En la segunda versión fue un fraile del
convento el que le solicitó a Murillo una representación de
la Virgen con el Niño para poder orar privadamente en su celda. Murillo
aceptó, pero solicitó un lienzo para realizar la pintura, el
fraile sin embargo carecía de recursos económicos y le entregó
una servilleta en la que Murillo realizó el trabajo.2
La escena mueve a la piedad, el niño parece intentar
salirse del cuadro, mientras que la mirada de la Virgen conecta con la del
espectador y le transmite ternura e intimismo. Se ha querido ver en este
cuadro la influencia de varios artistas admirados por Murillo. Los colores
vivos y la delicadeza de las formas recuerdan la pintura de Rafael, mientras
que la imperceptible atmósfera denota el conocimiento de las obras
de Velázquez y Rubens.