BARTOLOMÉ ESTEBAN MURILLO
Virgen del Rosario con el Niño
Virgen del Rosario con el Niño
Bartolomé Esteban Murillo, 1650 - 1655
Óleo sobre lienzo • Barroco
166 cm × 112 cm
Museo del Prado, Madrid, España
La Virgen del Rosario con el
Niño es una pintura al óleo sobre lienzo realizada por el pintor
sevillano Bartolomé Esteban Murillo entre los años 1650 y 1655.
Se encuentra en la colección permanente del Museo del Prado (Madrid)
expuesta en la sala XVI y está inventariada con el núm. P00975.
Anteriormente estuvo en el Monasterio de El Escorial y en el Palacio Real
de Madrid.
Sevilla en el siglo XVII estaba inmersa en la más brillante
época de su escuela pictórica. Los grandes pintores Zurbaran
y Alonso Cano efectuaron parte de su obra en esa ciudad y Murillo prácticamente
no se movió de allí.1 Tras pasar diversas etapas en su pintura
desde el tenebrismo, en sus obras de madurez, se nota la influencia sobre
todo de la pintura italiana y flamenca,–entre cuyos pintores más afines
destacan Rafael Sanzio y Van Dick– donde muestra una pincelada suelta con
toques de luces casi impresionistas, que dejan sus obras con una atmósfera
«vaporosa» y colorido cálido.
Murillo fue un pintor eminentemente religioso en sus obras
y por su ideología personal, así lo ya lo confirmó Vicente
Carducho en sus Diálogos de la Pintura de 1633, en los que refiere
que «Murillo representó los temas religiosos con propiedad y
conveniencia». Estuvo comprometido y entregado al servicio de la Contrareforma
católica, realizando la mayoría de sus obras para su exposición
en lugares públicos, especialmente iglesias y monasterios, sus personajes
mostraban la ternura y afectividad con un estilo sencillo y sin dramatismo,
lo que hizo que, en su propia época, el artista fuera entendido y el
pueblo en general recibiera el mensaje de su pintura cercana y llena de ternura,
sobre todo en sus personajes religiosos donde el pueblo buscaba confianza
y amparo. Fueron sus principales clientes numerosas instituciones eclesiásticas
que pusieron sus obras como ejemplo del movimiento contrareformista y los
comerciantes enriquecidos para su devoción particular
Santo Domingo de Guzmán afirmó que la Virgen
María se le apareció a principios del siglo XIII cerca de Albi
(Francia) y le hizo entrega de un rosario pidiéndole que lo rezara
y lo predicara entre los hombres. El santo se lo enseñó a los
soldados liderados por su amigo Simón IV de Montfort antes de la Batalla
de Muret, cuya victoria se atribuyó a la Virgen. Por ello, Montfort
erigió la primera capilla dedicada a esta advocación en la
iglesia de Saint Jacques de Muret.
En 1571 Pío V instauró su fecha el 7 de octubre,
aniversario de la victoria en la Batalla de Lepanto, donde las fuerzas cristianas
derrotaron a los turcos que invadían Europa (atribuida a la Virgen),
denominándola Nuestra Señora de las Victorias. Su sucesor, Gregorio
XIII, cambió el nombre de su festividad al de «Nuestra Señora
del Rosario».
A partir del Concilio de Trento, la Contrarreforma católica
promocionó una gran ola de misticismo y meditación así
como el rezo personal, en particular del rosario. Con ello se acrecentó
la devoción y el culto a la Virgen del Rosario y por lo tanto la demanda
de representaciones en imágenes escultóricas y pictóricas,
aunque España junto con Italia fue uno de los países que más
demanda hubo, se sabe que el mismo fenómeno se extendió por
otros países europeos, un ejemplo es el que para combatir la plaga
de la peste se pidió a Van Dick que «realizara una pintura de
la Virgen del Rosario».
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(Samuel Miranda)