VENERABLE CARLA RONCI
1970 d.C.
2 de abril



   Carla Ronci había nacido en Torre Pedrera, cerca de Rimini, el 11 de abril de 1936. Hasta los 14 años era una joven como todas las demás, una adolescente a la que le gustaba la compañia de los amigos y su trabajo de modista, aprendido después de la escuela, pero a un cierto punto, en el año santo proclamado por Pio XII en 1950, su vida toma una dirección espiritual precisa.

   Inspirada por el Espíritu Santo, “motor” de cada llamada vocacional, Carla decide consagrarse para siempre a Dios, con los votos de pobreza, castidad y obediencia. A los 24 años pide entrar al convento de las Orsoline di Gaudino, cerca de Bergamo, pero la vida de claustro dura poco: el 9 de marzo de 1958 su padre,  un comunista de carácter sanguíneo, la obliga a volver a casa por la fuerza. Carla se revela y retoma la via del convento, pero la última escena protagonizada por su familia convence a sus superiores a devolverla a casa para siempre. El convento, para quien lo quiere, es un pequeño ángulo de paraíso, escribe la joven en su diario, yo no he obtenido esta gracia, porque no la merecía. Pero he recibido igualmente un gran don: haber vivido 4 meses entre tantas almas bellas ...¿Verdad que me ayudarás, virgencita, a ser siempre y sólo de Jesús? ( junio de 1958)
La joven deposita una gran confianza en María, y está segura, no hará caer en el vacío su decisión de consagrarse a Dios.

   Pronto Carla comprende que su convento será el pequeño mundo de Torre Pedrera, su pueblo natal, donde ella se convertirá en límpido testimonio del Evangelio, en su nueva condición de laica consagrada, como miembro del Instituto Secular Siervas Mater Misericordiae de Macerata.

   La “santa de la moto Vespa” (como se  la recuerda a causa de las dos ruedas que guiaba con placer), era una joven moderna, llena de vida y siempre con la sonrisa en los labios, que mostraba una singular y curiosa atención a su propia femineidad. A quién la critica por el cuidado que dedica a su aspecto físico (y Carla es verdaderamente una joven bellísima), ella responde: La esposa de Jesús debe estar siempre elegante y bella. Moderna figura de acción contemplativa, Carla era una joven profundamente enamorada de Cristo y era sostenida en su camino de perfección espiritual, por una gran devoción a la Virgen, a cuyo Corazón Inmaculado la joven se había consagrado en el espíritu de Misión de la Inmaculada, convirtiéndose en una infatigable militante.

   El 6 de enero de 1963, haciendo su profesión de votos, Carla dió un significado bien específico a su consagración: se ofreció a Dios para la santidad de los sacerdotes y pareció que el Señor aceptaba su ofrenda. El 21 de junio de 1970 fue internada en el hospital Sant’Orsola de Bolonia, por un tumor en los pulmones.

   Después de difíciles y doloros exámenes, escribe en su diario: Estoy contenta de luchar, sufrir, vivir. Cuando el sufrimiento se convierte en alegría no se puede pedir más. Por esto y por tantos otros dones damos gracias al Señor. La santa de la sonrisa dejó esta vida el 2 de abril de 1970, en Rimini, en la casa de salud “Villa María”. Tenía solamente 34 años.

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(Samuel Miranda)