VENERABLE CARLO DE MOTRONE
1793 d.C.
28 de abril
Nació en Motrone (Lucca)
en 1690, probablemente el 4 de febrero, y tomó el hábito religioso
en el convento de Palanzana (Viterbo) el 7 de noviembre de 1709. Después
de que el curso habitual de los estudios filosóficos y teológicos
realizados en Bagnoregio y Roma, fue ordenado sacerdote (1717) y, sin habérsele
permitido ser misionero en el Congo, se llevó a la predicación.
Entre 1724 y 1726 fue capellán en galeras papales de la dársena
de Civitavecchia y luego gobernó, como tutor, los conventos de Gales
(1726) y Farnese (1733-1734).
Sus actividades misioneras tuvieron lugar, durante un período
de cuarenta años, como parte de la Lazio y bordean los territorios
de los Abruzos, Las Marcas, Umbría y Toscana. Esperó allí
con las prerrogativas del jefe de misión y, en nombre de los papas
y obispos, en casi todas partes ejerció su cargo de predicador y confesor
en favor del clero y de las monjas de clausura. Resulta que él dio
cuatrocientos dieciséis misiones cursos que dura entre quince y veinte
días cada uno, cuarenta cuaresmales, treinta y un advenimientos, unos
cinco retiros al clero y las comunidades de las mujeres y casi la misma cantidad
a la gente. Viterbo murió el 28 de abril de 1763, mientras que él
estaba predicando un retiro a las chicas del conservatorio de Santa Francisca
de Roma, y fue enterrado en la iglesia de los Capuchinos de St. Paul. El
proceso informativo se celebró en Viterbo y Roma en 1772; 23 de febrero.
Pío VI en 1782 firmó el decreto para la introducción
de la causa de beatificación.
El método seguido por Carlo de Motrone tenía mucho
en común con la de s. Leonardo da Porto Maurizio: insistencia en la
últimas cosas, la catequesis y la pacificación de las almas
a través de la confesión eran sus piedras angulares. Sensación
de "un misionero de los pobres", prefirió predicar en los pueblos
y pequeñas ciudades, y exigieron mejores condiciones de vida para
las personas necesitadas, promover la asistencia caritativa en todas partes:
en algunos aspectos, su obra tuvo un impacto social que está por delante
de su tiempo. No tolerar los "ladrones del Crucifijo" entre el clero, que
recordaban la grave obligación de la instrucción religiosa
de las personas y para administrar convenientemente los sacramentos: en los
que era posible, como por ejemplo en Rieti, dio a luz a las asociaciones
de sacerdotes encargados la enseñanza del catecismo. Con el fin de
las misiones que duran, promovido diversas formas de devoción popular
a la S.ma Trinidad, la Pasión, la Eucaristía y Nuestra Señora
de la Victoria, cuyo culto sobrevive hoy en día en muchos países
del Lacio.