BEATO CARLOS DE AUSTRIA
1922 d.C.
21 de octubre
Nació en el castillo
real de Persenbeug en la región del Austria Inferior. Sus padres eran
el archiduque Otto y la Princesa María Josefina de Sajonia, hija del
último rey de Sajonia. Carlos recibió una educación
expresamente católica y desde su niñez fue acompañado
con la oración por un grupo de personas, porque una religiosa estigmatizada
le había profetizado grandes sufrimientos y ataques contra él.
De aquí surgió, tras la muerte de Carlos, la "Liga de oración
del emperador Carlos por la paz de los pueblos", que en 1963 se convertirá
en una comunidad de oración reconocida en la Iglesia. Muy pronto creció
en Carlos un gran amor por la Eucaristía y por el Corazón de
Jesús. Todas las decisiones importantes provenían de la oración.
En 1916, tras el asesinato del emperador Francisco Fernando
-su tío abuelo-, (lo que originó la I Guerra Mundial), y la
muerte del su tío abuelo Francisco José, asumió, con
29 años la corona de Emperador de Austria y Rey Apostólico
de Hungría. Durante su etapa castrense, procuró antes "buscar
la paz que ganar batallas de prestigio", y se ganó el aprecio de sus
compañeros por su sencillez y fortaleza de carácter. Visitó
a las tropas en el campo de batalla, e intentó que sus soldados oyeran
misa y rezaran el rosario. Este deber Carlos lo concibe, también,
como un camino para seguir a Cristo: en el amor por los pueblos a él
confiados, en el cuidado por su bien y en la donación de su vida por
ellos.
En 1911 se casó con la princesa Zita de Borbón-Parma.
Tuvieron 8 hijos. Cuando se casó dijo: "Ahora tenemos que llevarnos
el uno al otro al Cielo". El deber más sagrado de un rey - el compromiso
por la paz - Carlos lo puso al centro de sus preocupaciones a lo largo de
la terrible guerra. Fue el único, entre los responsables políticos,
que apoyó los esfuerzos por la paz de Benedicto XV. Intentó
restaurar la paz en el mundo, y solventar los conflictos internacionales;
en 1917 concedió una amplia amnistía a los presos políticos.
Por lo que respecta a la política interior, incluso en
tiempos extremadamente difíciles, abordó una amplia y ejemplar
legislación social, inspirada en la enseñanza social cristiana.
Su comportamiento hizo posible al final del conflicto una transición
a un nuevo orden sin guerra civil. A pesar de ello fue desterrado de su patria.
Carlos fue enviado al exilio en la isla de Madeira (Portugal). Como él
consideraba su misión como un mandato de Dios, no pudo abdicar de
su cargo. Por deseo del Papa, que temía el establecimiento del poder
comunista en Centroeuropa, Carlos intentó restablecer su autoridad
de gobierno en Hungría. Pero dos intentos fracasaron, porque él
quería en cualquier caso evitar el estallido de una guerra civil.
Murió en el exilio en Funchal en la isla de Madeira,
de una dolencia pulmonar, con 34 años. Había dicho: "Mi única
aspiración ha sido siempre conocer lo más claramente posible
en todas las cosas la voluntad de Dios, y realizarla de la manera más
perfecta". Sumergido en la pobreza, vivió con su familia en
una casa bastante húmeda. A causa de ello se enfermó de muerte
y aceptó la enfermedad como un sacrificio por la paz y la unidad de
sus pueblos. Carlos soportó su sufrimiento sin lamento, perdonó
a todos los que no le habían ayudado y murió con la mirada
dirigida al Santísimo Sacramento. Fue beatificado por SS. Juan
Pablo II el 3 de octubre de 2004. Su fiesta litúrgica se ha establecido
para el 21 de octubre.