VENERABLE CARMELA DE JESÚS PRESTIGIACOMO
1948 d.C.
14 de diciembre
La Venerable Madre Carmela
Prestigiacomo nació en Palermo, Sicilia el 15 de octubre de 1858 y
fue bautizada el día después con el nombre Francisca Paola.
La pequeña Francisca Paola creció en un ambiente sano y sereno,
como la retrata una vieja fotografía de familia con un lindo vestidito
lleno de puntillas y vuelos. Desde los cuatro años inició a
dar signos de una particular sensibilidad por lo sagrado.
A los diez años hizo la Primera comunión. Con
el pasar de los años, Francisca parece una jovencita como las demás
de su tiempo, en apariencia común, es más, un poco vanidosa,
de carácter alegre y dinámico, amaba los paseos, las diversiones
y el teatro. Con gusto iba con sus padres a las fiestas que hacían
sus parientes. Le gustaba vestirse a la moda, cuidaba mucho sus cabellos
y nada descuidaba de su persona.
Para un observador distraído, Francisca Paola aparecía
como una jovencita más. Tan es así que para todos pasaban inadvertidas
sus profundas aspiraciones y nadie habría podido intuirlas ya que
ella hacía de todo para ocultarlas. Sólo a su confesor, P.
Luis La China confiaba su deseo de ser toda de Dios.
A los dieciséis años Francisca Paula realizará
el sueño que nutría desde niña entrando a hacer parte
de una comunidad religiosa de fundación palermitana, el Instituto
de los Sagrados Corazones de Jesús y de María. Después
de pocos meses de noviciado le fue confiado el deber de maestra y el 12 de
junio de 1875 Francisca Paula hacía su Profesión religiosa
tomando el nombre de Hna. Carmela de Jesús.
Los casi 10 años de vida religiosa que pasó en
el Instituto de los Sagrados Corazones pusieron los fundamentos para la práctica
de los consejos evangélicos, pero no apagaron totalmente las aspiraciones
de la Hna. Carmela que se sentía atraída por una vida contemplativa
y apostólica.
Después de una madura reflexión y de acuerdo con
su confesor, la Hna. Carmela dejó el Instituto de los Sagrados Corazones,
era el 11 de mayo de 1884. El 14 de septiembre de 1884, fiesta de la Exaltación
de la Santa Cruz, funda entonces en Palermo la Congregación de las
Hnas. del Sagrado Corazón del Verbo Encarnado. El arzobispo de Palermo,
Cardenal Celesia dio la autorización al Pbro. Manuel Calì,
confesor de la Hna. Carmela, de recibir ese día los votos religiosos
simples.
Madre Carmela quiso dar una característica bien específica
a su fundación: una vida de mayor contemplación. Decía
la Sierva de Dios: “no dejemos de rezar y de rezar bien…. ya que la oración
bien hecha es una dulce violencia para el Corazón de Dios”.
No obstante la fuerte vida de contemplación, en el instituto
se desenvolvió inmediatamente la vida apostólica, Madre Carmela
se prodigó en abrir escuelas para las niñas pobres y se hacía
la catequesis el domingo, armonizando así la vida contemplativa con
la apostólica, como Jesús le había pedido.
La actividad de Madre Carmela no conoció interrupción:
ella hizo todo lo posible para que a las hermanas no les faltara nada y para
que el Instituto pudiera obrar siempre mejor. Se ocupó además
de hacer tener al Instituto la aprobación por parte de la Iglesia
y éste fue declarado de derecho pontificio el 27 de enero de 1930,
mientras que las Constituciones fueron aprobadas el 18 de febrero de 1941.
Madre Carmela entendió rápidamente el centro de
la dimensión cristiana, es decir el misterio del Corazón del
Verbo Encarnado y lo meditó durante toda su larga vida. De esta dimensión
interior brota el dinamismo de una actividad a través del apostolado,
la instrucción y la educación de los jóvenes para ayudarlos
a descubrir, mediante el aporte de la cultura, lo que ella había descubierto
y vivido.
Madre Carmela describe el fundamento de la espiritualidad suya
y del Instituto afirmando que en ella a la base debe estar la “contemplación
del amor misericordioso del Padre, revelado en el Corazón traspasado
del Verbo Encarnado.
Esta contemplación tiene dos aspectos y Madre Carmela
vive ambos: el estado victimal, es decir llegar a ser víctima en la
Víctima, ofrecerse totalmente a sí mismo como Cristo se ofreció
a sí mismo, y el amor redentor, es decir reparación de los
pecados personales y de la humanidad.
Durante el último año de su vida, 1948, habiendo
ya cumplido noventa años, tuvo una caída y Madre Carmela se
fracturó ambos brazos. Ella tenía necesidad de la asistencia
continua y los sufrimientos causados por la posición del cuerpo y
los dolores eran muy atroces. Pero ella soportó todo esto con gran
serenidad. En aquel año en Roma se propagó una epidemia muy
fuerte y mortal y muchas jóvenes que hacían parte del Instituto
del Sagrado Corazón del Verbo Encarnado cayeron en cama en graves
condiciones. Madre Carmela entonces se ofreció al Señor en
lugar de las jóvenes hermanas enfermas, pues consideraba que las religiosas
enfermas eran el porvenir del Instituto. Madre Carmela murió el 14
de diciembre de 1948 a las 19:45 hs en la casa general de la Calle Guattani
en Roma. Desde 1973 sus restos descansan en la capilla de la misma casa.