BEATA CATALINA DE LOVAINA
Siglo XIII d.C.
31 de julio
Nació en el seno de
una familia judía de Lovaina; se llamaba Raquel. El capellán
del duque de Bravante la visitaba e menudo y la pequeña le escuchaba
con atención, cuando defendía la fe cristiana ante los ataques
de su padre; a los 12 años dejó a escondidas se casa y recibió
el bautismo; ingresó en el convento cisterciense de Parc-aux-Dames
(Lovaina) donde vivió hasta su muerte. Al profesar tomó el
nombre de Catalina.
Su padre intentó poniendo todos los medios restituirla
al hogar familiar, y parece que lo consiguió gracias al dinero y al
apoyo de personas notables, entre ellas el obispo de Lieja, mientras encontró
una fuerte oposición de otros, como el abad de Viviers. Nació
entonces una áspera y larga disputa, en la que participó el
arzobispo de Colonia, san Engelberto; hasta que prevaleció la justicia
y Catalina pudo pasar en paz el resto de su vida, durante la cual tuvo éxtasis,
visiones y tuvo dones taumatúrgicos.