BEATA CLARA BADANO
1990 d.C.
29 de octubre
Nació en Sassello (Savona).
En 1981, participa en Roma en el Family Fest – una manifestación mundial
del Movimiento de los Focolares: es el inicio, para los tres, de una vida
nueva. En su pequeño pueblo, Chiara se lanza a amar a sus compañeras
de escuela, a quien pasa a su lado, decidida a vivir con radicalidad el Evangelio
que la ha fascinado. Se compromete en seguida y con pasión en el Movimiento,
entre las muchachas de su edad.
Pocos meses después, un fuerte dolor en la espalda que
notó durante un partido de tenis, hizo sospechar a los médicos.
Comienzan exámenes médicos de todo tipo para definir el origen
del mal. Muy pronto se descubre el origen del grave mal que la afecta: tumor
óseo. Prosiguen los controles médicos y exámenes, y
a finales de febrero de 1989 Chiara enfrenta la primera operación:
las esperanzas son pocas. En el hospital las muchachas que comparten su mismo
ideal se alternan con otros amigos del Movimiento para apoyarla, a ella y
a su familia, con la unidad y ayudas concretas. Las hospitalizaciones se
vuelven cada vez más frecuentes y con éstas los tratamientos
bastante dolorosos que Chiara enfrenta con gran valentía. En cada
nueva y dolorosa “sorpresa”, su ofrecimiento es decisivo: “¡Por ti,
Jesús, si lo quieres tú, lo quiero también yo!”. A pesar
de lo grave de su condición, Chiara, apenas se lo permite su salud,
participa personalmente, con alegría y entusiasmo, a cuanto se vive
en el Movimiento de los Focolares.
Pronto llega otra gran prueba: Chiara pierde el uso de las piernas.
El médico que la asiste, no creyente, y muy crítico frente
a la Iglesia, queda cada vez más profundamente impresionado por su
testimonio y el de su familia:
“Desde que conocí a Chiara, algo ha cambiado dentro de
mí. En ella hay coherencia, en ella todo el cristianismo me encaja”.
Su relación con Chiara Lubich (fundadora de los focolares) es estrechísima:
la mantiene continuamente al día acerca de su estado de salud y de
sus conquistas y descubrimientos. Al inicio del verano, los médicos
deciden interrumpir las terapias: el mal se presenta ya incontenible. Al
agravarse la enfermedad se necesita intensificar el suministro de morfina,
pero Chiara Luce lo rechaza: “Me quita la lucidez, y yo, a Jesús,
le puedo sólo ofrecer el dolor”.
Chiara Luce parte para el Cielo el 7 de octubre de 1990. Había
pensado en todo: los cantos para su funeral, las flores, el peinado, el vestido,
que había deseado de color blanco, de novia… Con una recomendación:
“Mamá, mientras me preparas deberás repetir siempre: ahora
Chiara Luce ve a Jesús…. Sean felices, porque yo lo soy”. El papá
le había preguntado si estaba dispuesta a donar las córneas:
había respondido con una sonrisa luminosísima. Enseguida después
de la partida de Chiara Luce para el Cielo llega un telegrama de Chiara para
sus padres: “Agradecemos a Dios por esta luminosa obra maestra suya”. Fue
beatificada por SS. Benedicto XVI, el 25 de septiembre de 2010. Su festividad
litúrgica se celebra el 29 de octubre día de su nacimiento.