SAN CLEMENTE ROMANO
90-99 d.C
San Clemente
fue el tercer sucesor de San Pedro y gobernó a la Iglesia desde
el año 90 hasta el 99. Su mandato como jefe de la Iglesia transcurre
entre los tiempos de los emperadores Domiciano y Trajano.
El año 96 escribió
una carta a los Corintios, que es el documento papal más antiguo
que se conoce (después de las cartas de San Pedro). En esa carta
da muy hermosos consejos, y recomienda obedecer siempre al Pontífice
de Roma. Entre otras cosas dice: "el que se conserva puro no se enorgullezca
por ello, porque la pureza es un regalo gratuito de Dios y no una conquista
nuestra".
La carta toca entre otros
temas de trascendencia para el cristianismo en expansión, la sucesión
apostólica del oficio sacerdotal y la constitución de las
comunidades.
Entre otros apartes de
la misma expone la doctrina dogmática del primado de la Iglesia romana,
reflexiona sobre el tema de la resurrección de los muertos y la
armonía que rige en el orden del mundo. Relata la época de
los cristianos mártires perseguidos por Nerón y Domiciano
y da testimonio de la misión evangelizadora cumplida por San Pablo
en España. Los creyentes cristianos dedican la fecha del 23 de noviembre
a recordar su martirio.
Por ser cristiano fue
desterrado por el emperador Trajano a Crimea (al sur de Rusia) y condenado
a trabajos forzados, a picar piedra con otros dos mil cristianos. Las
actas antiguas dicen que éstos le decían: "Ruega por nosotros
Clemente, para que seamos dignos de las promesas de Cristo".
San Ireneo (que vivió
en el siglo II) dice que Clemente vió a los Santos Apóstoles
Pedro y Pablo y trató con ellos (Filipenses 4,3).
Las Actas antiguas añaden
que allá en Crimea convirtió a muchísimos paganos
y los bautizó. Los obreros de la mina de mármol sufrían
mucho por la sed, porque la fuente de agua más cercana estaba a
diez kilómetros de distancia. El Santo oró con fe y apareció
allí muy cerca una fuente de agua cristalina. Esto le dio más
fama de santidad y le permitió conseguir muchas conversiones más.
Un día las autoridades
le exigieron que adorara a Júpiter. El dijo que no adoraba sino
al verdadero Dios. Entonces fue arrojado al mar, y para que los cristianos
no pudieran venerar su cadáver, le fue atado al cuello un hierro
pesadísimo. Pero una gran ola devolvió su cadáver a
la orilla.
Documentos papales:
(Escuela Cima)