CLEMENTE XI
1700-1721 d.C.



  Juan Francisco Albani, humanista y amante de las artes, hecho cardenal por Alejandro VIII, tuvo que enfrentarse con las responsabilidades que tocaban a la Santa Sede en medio de los complicados conflictos que desencadenó la sucesión española. Definitivamente rotas las relaciones con la corte de Viena, que había otorgado el título de rey de Prusia al elector de Brandenburgo sin haber connsultado con el Papa, Clemente fue considerado como un fiel aliado de Francia. La guerra había estallado entre ésta y Austria. Las tropas austriacas ocuparon Italia y amenazaban a Roma.

   En 1705, José I sucedió a Leopoldo en el trono imperial, y el príncipe Eugenio, poco después, derrotaba a los franceses. La última guerra entre el Papa y el emperador estallaba en 1708 ( el Papa fue obligado a aceptarla, ya que las tropas austriacas avanzaban en Italia y se acercaban a las fronteras del estado pontificio ) y terminaba con la victoria de los austriacos. Clemente fue obligado a reconocer los derechos de Carlos II, hermano del emperador, como sucesor al trono de España. Evidentemente Felipe V echó de Madrid al Nuncio y se incautó de las rentas de la Iglesia. El Papa quedaba solo, aislado entre los dos enemigos que se hacían la guerra en Europa para conseguir la corona española y su Imperio colonial. Con los tratados de Utrecht y Rastatt el papa perdía sus derechos de soberanía sobre Sicilia, que los vencedores atribuían al duque de Saboya. Al oponerse el Papa a tal decisión, todos los eclesiásticos fueron obligados a abandonar la isla. En 1720, con el tratado de Londres, Sicilia era entregada a Austria y el duque de Saboya recibía, en cambio, la Cerdeña y el título de rey.

   En 1715, Luis XIV había muerto y Francia era gobernada por el regente Felipe de Orléans. Toda Europa se unió contra Felipe V, que pensaba reconquistar sus posesiones en Italia y era empujado a ello por su mujer, Isabel Farnesio, y su primer ministro el abad Alberoni. Al mismo tiempo, Felipe V había decidido no tener en cuenta el tratado de Utrecht, que le obligaba a renunciar a cualquier pretensión sobre el trono de Francia. Sus ambiciones eran grandes, pero la alianza entre Francia, Inglaterra, Austria y Holanda le obligaron a retroceder. Las victorias del príncipe Eugenio sobre los turcos, vencidos otra vez por el valiente general, hicieron fracasar los planes del cardenal Alberoni. La flota española que se preparaba para reconquistar Sicilia, fue derrotada por los ingleses cerca del cabo Passaro y los ejércitos anglo-franceses invadieron el territorio español.   El tratado de Viena (1725) ponía fin a una guerra que, entre combates y negociaciones, había durado un cuarto de siglo. Las dos monarquías, española y francesa, se reconciliaban y la alianza entre las dos casas reinantes iba a ser válida hasta la caída de la monarquía francesa. El Papa, que había intervenido activamente tratando de establecer la paz, tenía sobrados motivos de alegría.

   Clemente XI tuvo que tomar una grave decisión acerca de los llamados ritos malabares y chinos. Durante el siglo XVII misiones importantes habían sido enviadas a la India y a la China, la primera dirigida por el jesuita Roberto Nobili, la segunda por Matías Ricci, también jesuita. Los dos sacerdotes, hombres de grandes posibilidades culturales, supieron apropiarse la filosofía y la religión local. Se llegó pronto a una especie de sincretismo entre las filosofías tradicionales y el cristianismo, que fue condenado por Gregorio XV en 1623. Clemente XI envió a China a Carlos de Tournon, patriarca de Antioquía y condenó los ritos chinos en 1715, después de una larga investigación. El padre Ricci había creado en China una verdadera corriente favorable al cristianismo, seguida por sus ilustres sucesores en la misión, los padres Schall y Verbiest, que habían llegado a ser consejeros del emperador. El cristianismo chino, según las conclusiones de los jesuitas, habia hecho suya la filosofía de Confucio de la misma manera que el cristianismo había incorporado a su doctrina las filosofías de Platón y de Aristóteles. En 1742, el Papa Benedicto XIV condenó también los ritos chinos, con el fin de salvar la integridad de la doctrina católica. Sin embargo, desde entonces, los emperadores chinos se mostraron menos favorables al cristianismo.

   Uno de los mayores méritos de Clemente XI fue el haber pensado en los humildes y haber realizado una reforma total del régimen penitenciario. La definitiva derrota de los turcos, que, después de las victorias del príncipe Eugenio, entrarán en la fase decadente de su poderío, fue el acontecimiento más importante de este largo pontificado. Desde el punto de vista ideológico, acontecimientos graves y cargados de consecuencias marcan el principio del siglo XVIII. Libros como "La historia de los oráculos", de Fontellene, y el "Diccionario histórico y crítico" de Bayle, anuncian ya la obra de los enciclopedistas, enemigos de la Iglesia. La Ilustración preparaba su entrada en el mundo, y la Iglesia pasaría a fines del siglo por su período más duro desde que Constantino hubo acabado el ciclo de las persecuciones.

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(Samuel Miranda)