CONFUCIANISMO
El confucianismo, a veces
también llamado confucionismo, es el conjunto de doctrinas morales
y religiosas predicadas por los discípulos y seguidores de Confucio
tras su muerte. El nombre en chino de su escuela podría ser traducido
por ‘escuela de los letrados’.
El confucianismo ha ejercido una gran influencia sobre China,
Corea, Vietnam y Japón. Fue la religión oficial de China hasta
el siglo VII. El canon de la filosofía confuciana lo componen los
Cuatro libros. Su pensamiento se formó durante un largo período
que abarca las épocas de Primaveras y Otoños y Reinos Combatientes
(siglos VII al III a. C.). Cuando China fue reunificada por Qin Shi Huang
(221 a. C.), ya era una doctrina perfectamente formada y definida, con muchos
seguidores y un gran corpus textual. Tras la breve dinastía Qin, su
núcleo fundamental se ha mantenido intacto, excepto por posibles errores
de transmisión e interpolaciones que sólo afectan lo accidental.
Como para la mayor parte de sus contemporáneos, los confucianos
ven al cosmos como algo armónico que regula las estaciones, la vida
animal, la vegetal y la humana. Si esta armonía era trastornada, habría
graves consecuencias. Un ejemplo común que utiliza el confucianismo
es el del mal gobernante que conduce a su pueblo a la ruina mediante su conducta.
El mal gobierno contradiría el orden natural y viola
el Mandato del Cielo. El gobernante que se conduce así pierde su legitimidad
y puede ser depuesto por otro que recibirá este mandato.
Los confucianos eran practicantes de un culto que giraba alrededor
de la adoración a los antepasados y de poderes entre los cuales el
Cielo era el más claro. El Señor de lo Alto (Shangdi), que
es a veces mencionado, era algo más arcaico. Cuando aparece en los
textos de los Cuatro Libros, el Cielo es un poder superior, que no está
ni personalizado ni tan separado del mundo. No es algo pasivo, pues de él
vienen los mandatos y acciones, pero no es un dios del tipo judeocristiano.
El Señor de lo Alto aparece como una divinidad suprema en los huesos
adivinatorios de la dinastía Zhou. Los textos confucianos, al remontarse
a épocas de la Antigüedad, lo mencionan a veces.
El culto a los antepasados tiene una gran importancia. Implica
la creencia de que las almas de los difuntos pueden beneficiar o castigar
a sus descendientes. Su evolución posterior lo convirtió en
un rito cívico simbólico. Sin embargo, ni Confucio ni Mencio
hablan de esa forma del culto a los antepasados. Otro elemento de importancia
en el confucianismo es el rey o emperador, también llamado el Hijo
del Cielo. Él sería quien mediaría entre el Cielo y
los hombres. El gobernante chino tiene el mandato y con él la autoridad
de celebrar ritos.
Según el confucianismo, el hombre debe armonizarse con
el cosmos, es decir, estar de acuerdo a lo ordenado por el Cielo. Para ello,
debe autoperfeccionarse mediante la introspección y el estudio. Si
el hombre lo logra, tendrá conocimiento de sí mismo y de los
deseos del Cielo, lo que le servirá para desarrollar su Li, que significa
los ritos, las ceremonias, la rectitud y las buenas formas interiorizadas.
El Li es útil para desarrollar el Ren que se podría traducir
por «buenos sentimientos hacia los demás hombres». La
práctica del Ren supone las virtudes Zhong y Shu, que se traducen
aproximadamente como ‘lealtad’ y ‘perdón’, o como ‘fidelidad’ y ‘compasión’.
Si el hombre tiene Ren, podrá fácilmente practicar la justicia,
los buenos principios, llamados Yi.