SAN CONRADO DE BAVIERA
1154 d.C.
17 de marzo
Nació en Ravensburg,
Suecia; era hijo de Enrique el Negro, duque de Baviera. Uno de sus abuelos
fue san Conrado de Constanza. Al ser el menor de los hijos, fue educado en
los estudios literarios, y destinado por sus padres a la carrera eclesiástica
en Colonia con el fin de que sucediera al arzobispo Federico, su primo hermano.
En este periodo el joven se significó como un hombre
de virtud provada que suscitó la admiración del clero y del
pueblo. Se educó en los estudios superiores y en la disciplina eclesiástica,
en Derecho canónico y civil. En estos años su ánimo
se enfervorizó escuchando las predicaciones de Arnoldo, abad cisterciense
de Morimond. Comprendió que su vocación era la monástica
y, desilusionando a su familia, abandonó los honores de su rango y
abrazó, todavía adolescente, la vida cisterciense en Morimond.
Poco tiempo después, Arnoldo inició una expedición
a Tierra Santa con el fin de fundar un monasterio, pero tuvo la desaprovación
de san Bernardo de Claraval, convencido de que en aquel momento Palestina
necesitaba soldados y no monjes, y por ello san Bernardo trató de
impedirla. Al inicio de 1125, Arnoldo murió de improviso y la empresa
falló. Pero Conrado prosiguió solo su peregrinación.
Antes de embarcarse se enfermó y encontró refugio en la comunidad
benedictina de Santa María ad Cryptam en Modugno, diócesis
de Bari.
Vivió los últimos meses de su vida en una gruta que
se encontraba junto a la capilla del monasterio, donde vivió como
un monje eremita, orando, ayunando y durmiendo en el suelo. Suscitó
una gran admiración entre las gentes del lugar. Su cuerpo fue inhumado
en la capilla del monasterio y luego trasladado a la catedral de Molfetta
de donde es patrón.
Otros estudiosos dicen que fue atraído por la fama de
san Bernardo y marchó a Claraval, donde tomó el hábito
cisterciense, obteniendo poco después el permiso para peregrinar a
Tierra Santa y consagrarse a la vida eremítica. Allí estuvo
durante algunos años en compañía de un viejo solitario,
al que sirvió.
Al aumentar el peligro del Islám a raíz de la
II Cruzada y al saber que la salud de Bernardo declinaba, decidió
volver a Claraval. Al llegar a Bari, después de una enfermedad, parece
que ya había muerto san Bernardo, Conrado después de venerar
el sepulcro de san Nicolás, se retiró al territorio de Modugno,
donde vivió en una gruta y murió.