CONVERSIÓN DE SAN PABLO
Siglo I d.C.
25 de enero
Judío de la tribu de Benjamín,
Saulo fue enviado por sus padres desde muy joven a Jerusalén, donde
se instruyó en la Ley de Moisés con el fariseo Gamaliel. Luego,
ingresó a la severa secta de los fariseos, convirtiéndose en
un perseguidor y enemigo de Cristo. Lo apasionado de su persecución
lo llevó a ofrecerse al sumo sacerdote para ir a Damasco a arrestar
a todos los judíos que confesaran a Jesús, pero Dios decidió
mostrar su misericordia y paciencia con Saulo y ya cerca de Damasco, una
luz del cielo brilló sobre él y sus compañeros, cegándolo
por espacio de tres días, tiempo en el que permaneció en casa
de un judío llamado Judas, sin comer ni beber.
Por revelación de Cristo, el cristiano Ananías fue al encuentro
de Saulo, quien recuperó la vista y se convirtió, accediendo
al bautismo y predicando en las sinagogas al Hijo de Dios, con gran asombro
de sus oyentes. Así el antiguo perseguidor blasfemo se convirtió
en apóstol y fue elegido por Dios, como uno de sus principales instrumentos
para la conversión del mundo.