Yahvé señala en el libro
del Eclesiástico: “no trates mal al siervo que trabaja con fidelidad,
ni al jornalero que por ti consume su vida. Al siervo juicioso malo como
a tu misma alma; no le niegues la libertad, ni lo despidas dejándolo
en la miseria” (Eclo. 7, 22-23).
Por lo anterior, pecan contra un deber especial
de piedad, quienes no se preocupan de la moralidad de los empleados a
su servicio, no los aconsejan con rectitud, no los animan en sus deberes
cristianos o, peor aún, si les hacen difícil o imposible
su cumplimiento y les dan mal ejemplo. Gravemente pecan si con su conducta
y con sus palabras constituyen para sus almas ocasión de perversión
y de ofensa a Dios.
(Samuel Miranda)