HISTORIA DE LA IGLESIA CATÓLICA

EPOCA MEDIEVAL

PRIMERA PARTE: SIGLOS VII-IX

CAPÍTULO IX

VIDA ECLESIÁSTICA Y CULTURAL EN EL REINO DE CARLOMAGNO


 

I. La vida eclesiástica

   Su durante toda la Edad Media se produce una estrechísima compenetración entre la Iglesia y el Estado, de tal manera que al hablar de la política medieval tenemos que hablar necesariamente d ela Iglesia, esto se dará de una manera especial en tiempos de Carlomagno.

   La Admonitio Generalis del 23 de marzo del 789, anterior a la coronación imperial, nos muestra detalles interesantes para comprender esta inquietud carolingia de compenetración con la Iglesia. Es una capitular dirigida a los principales del reino franco .nobles, obispos, abades., precisamente en el momento de mayor compenetración entre la Iglesia y el Estado en todo el Medievo. La suprema autoridad la ostentaba la capilla de Corte, donde oficiaban los clérigos capellanes, los cuales, entre otras cosas, tenán la reponsabilidad de custodiar la capa de san Martín de Tours. De custodiar esta reliquia reciben el nombre de capellani, de tal manera que, por extensión, fue llamado capella el grupo de estos clérigos. No tenían solamente la misión de custodiar esta reliquia, sino también la de servir al rey. No estaban bajo la obediencia de ningún obispo, sino que dependían directamente del soberano. Eran responsables de todos los servicios litúrgicos, así como de la correspondencia del rey. Eran los oficiales más importantes de la administración franca, con una competencia universal. Formaban, por así decir, el gobierno del reino franco. Durante los primeros años estuvo al frente de la misma Fulrado de Saint Denis, con el título de archicapellán. Con la extensión del reino franco, también aumenta el trabajo y la especialización de algunos capellanes.

   En la parte central del documento se dice que Carlos envía emisarios para corregir lo que hubiera que corregir, tanto de errores como de superfluo, añadiendo las cosas justas. La finalidad es seguir el ejemplo de los santos para la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Habla, en primer lugar, de enviados .missi dominici.: se trata de los oficiales que Carlos envía pra controlar la actuación de los condes en las distintas regiones del reino. Los condes .contea. no ostentaban título nobiliario; se trataba, más bien, de funcionarios del Estado. Sus competencias no eran muy numerosas. El rey envía hombres que controlen su labor. Solían ser dos: uno laico .un conde de palacio. y otro eclesiástico .un obispo o un abad.. No eran exponentes de un aparato burocrático, sino más bien mediadores entre los intereses del soberano y los de la aristocracia y la Iglesia locales.

   Carlos, en esta capitular, invoca el recuerdo del piadoso rey Josías, al cual quiere imitar. Esto nos hace comprender cómo Carlos concibe su reino como el Nuevo Israel. El rey no sólo debe custodiar el bienestar de sus súbditos, sino también el culto divino y la vida moral de su pueblo. De hecho, Carlos fue llamado .David. por sus amigos. Es así como toma un cuidado especialísimo de la capilla del palacio de Aquisgrán, su lugar favorito de residencia en sus últimos años.

   En el capítulo 26 de la Vita Karoli de Eginardo se dice que Carlos vive la religión cristiana con gran conciencia y piedad. Es así como construye la basílica de Aquisgrán, adornándola con oro, plata, bronce y piedras preciosas. Frecuentaba la iglesia por la mañana y por la tarde, cuidando que las celebraciones fueran oficiadas con gran decoro. Para fomentar esto donó grn cantidad de vasos sagrados y ornamentos. Tenía un enorme interés por la liturgia, la cual ocuparía un puesto central en la vida pública del reino. Ésta es la razón por la que cuidó sobremanera de la corrección de los libros litúrgicos. El tiempo carolingio fue una época muy creativa en los textos y libros litúrgicos.

   Es el período de la liturgización de la Iglesia. Los cambios en la liturgia franca eran grandes con respecto a la romana. Carlos acomete una romanización de esta liturgia. Debido a la devoción a san Pedro, ya desde la primera mitad del siglo VII se había dado un proceso considerable de romanización de la liturgia galicana. A principios del siglo VIII ya había llegado al reino franco el Sacramentarium Gelasianum, colección más bien privada de textos de oración para el sacerdote celebrante. Coincide con este momento la gran reputación que adquiere el Sacramentarium Gregorianum, cuya autoría se atribuía a san Gregorio Magno. Dos factores habían ayudado a la recepción de la difusión de la liturgia romana entre los francos: la actividad de san Bonifacio y el pacto entre Pipino y el papa Esteban II. En tiempos de Pipino confluyen los dos sacramentarios .Gelasiano y Gregoriano. en un nuevo sacramentario galo-romano, llamado Gelasiano del VIII o Gelasianum Mixtum. El testimonio más antiguo de esta romanización es el sacramentario de Gellone.

   La conclusión de este proceso de romanización litúrgica se da con Carlomagno. Precisamente él tiene una inquietud bastante curiosa: pretende retornar a los textos litúrgicos auténticos, por lo que se dirige al papa Adriano I para pedirle un ejemplar del Sacramentario Gregoriano puro. Adriano, curiosamente, no disponía de este libro: sólo en el 785 o inicios del 786 le envía el libro solicitado a Aquisgrán: se trata del llamado Gregoriano-Adriano. Muy posiblemente el papa no entendió bien el deseo de Carlos, el cual no quería un libro bello .en este caso, el enviado por el papa., sino un libro que fuera modelo litúrgico. El sacramentario enviado por el papa, siendo muy bello, sin embargo era insuficiente para servir de modelo; incluso para la misma liturgia que se celebraba en Roma ya quedaba anticuado. En él se recogía tan sólo las celebraciones oficiadas por el papa en las grandes celebraciones del año litúrgico y de la cuaresma. Carlos iba más allá: pretendía organizar una liturgia válida para ser celebrada con decoro en todas las parroquias. Los liturgistas de la capilla real se ven obligados a adptarlo y añadir en un suplemento esos ritos y fiestas que faltaban en el envío del papa. Los toman de la liturgia galicana ya romanizada; también toman elementos visigóticos. Hasta hce pocos años se pensaba que era Alcuino el redactor de ese suplemento. Hoy, sin embargo, los estudiosos lo atribuyen a Benito de Aniane. Es un hecho curioso cómo la misa que se ha venido celebrando en la Iglesia hasta la reforma del Vaticano II no ha sido la tridentina, sino la carolina.

   La relación entre Iglesia-Estado se ve, de una manera particular, en los síndoso. En ellos, convocados por el rey, había tantos laicos como eclesiásticos. La fuerza de sus decisiones venía de su publicación en forma de capitulares. La compenetración entre ambos ámbitos se advierte especialmente en las actas del concilio de Frankfurt (794). Convocado por Carlos él estaba presente. La herejía adopcionista de Elipando era el primer punto tratado; también se trató lo referente a las imágenes, visto en el concilio II de Nicea. En este contexto, nos interesa subrayar el hecho de que no sólo se tocaban problemas doctrinales-eclesiales, sino otros problemas civiles que se sometían al parecer de los eclesiásticos. Así, por ejemplo, el asunto de Tásilo III de Baviera, la reforma monetaria, la administración de justicia, etc.

   Todos los cristianos de su reino debían conocer cuál debía ser el papel que tenían que desempeñar. La Iglesia tenía que educar al pueblo en la civilización y conducirlo a la salvación eterna. En la Admonitio Generalis del 789 prescribe a los sacerdotes que aprendar bien el canto romano y prediquen cosas útiles, honestas y rectas, que conduzcan a la vida eterna. Debían explicar, de manera especial, el Credo, la vida eterna .concretamente el castigo eterno para los malhechores., la hospitalidad .para los transeúntes y peregrinos.. Ningún aspecto de la vida eclesial se descuidaba: desde la catequesis hasta la formación de los candidatos al sacerdocio. Los obispos deberían vigilar la vida de sus sacerdotes, cómo celebraban el bautismo y la misa, si se mantenían en la ortodoxia, si comprendían y sabían explicar el Padrenuestro, si cantaban solemnemente el Gloria. Se prescribe que los clérigos no lleven armas, a fin de que confíen más en la protección divina que en las armas.

   Se conserva el elenco de las cuestiones que aparecían en un examen previo a la ordenación sacerdotal. Tenían que saber de memoria, así como explicar, el Credo y el Padrenuestro; comprender los cánones .especialmente los referentes al matrimonio.; conocer los libros penitenciales .para la confesión.; conocer bien todo lo referente al bautismo; comprender la misa romana; saber leer el evangelio y explicarlo a los inexpertos .esto conllevaba saber el latín; tenían que ser capaces, además, de cantar el rito latino según las solemnidades del año litúrgico.; conocer las homilías de los Padres, con el fin de poder valerse de ellos en la predicación.

   Los fieles debían aprender de memoria el Padrenuestro y el Credo. Para esto podían recurrir a la lengua vulgar. Se conservar un manuscrito de un monasterio de Alsacia que recoge varios textos: el Padrenuestro, los pecados capitales, el símbolo niceno, etc.

   Los Carolingios promueven la liturgia romana por varios motivos: en primer lugar, el amor que tienen los francos hacia san Pedro; además, su deseo de terminar con el caos litúrgico galicano .prácticamente cada parroquia celebraba de una manera distinta.; hay una tercera razón, la cual estaría motivada por el intento de interrumpir todo influjo bizantino sobre el reino franco .de hecho, la antigua liturgia galicana tenía muchos elementos de influencia bizantina..

   Casi todas estas iniciativas eran personales de Carlomagno. Sin embargo, también se dan iniciativas privadas, por parte de los obispos, como se puede ver en los Capitula Episcoporum. Se trata de unos sesenta textos, muy similares a las capitulares de los soberanos carolingios, emanados por los obispos para sus propias diócesis. Son, pues, iniciativas de los obispos, entre los que destaca Teodulfo de Orleans (+821), uno de los más estrechos colaboradores de Carlos. Estos Capitula ofrecen una visión bastante clara de los problemas cotidianos de la Iglesia carolingia.


II. La cristianización de los sajones

   Los sajones formaban un pueblo que, asentado en la llanura alemana septentrional, se encontraba cercanísimo geográficamente a los francos. Por esto hubo un sinfín de problemas. Carlos no logró conquistarlos sino después de 33 años de continuas campañas militares. Su objetivo era insertarlos en el reino franco y cristianizarlos. Antes de dar comienzo las campañas militares francas, una serie de misioneros hizo su labor particular. Destacan los dos hermanos sajones Edwald .el Blanco y el Negro., los cuales serían asesinados por los sajones. También el sacerdote anglosajón Lebuino, el cual reune en torno al año 770 una asamblea de nobles sajones; si bien no fue asesinado como los dos hermanos anteriores, sin embargo fue expulsado de aquellos lugares con la prohibición de regresar.

   En el 772 comienza Carlos la guerra contra los sajones. En esta primera campaña destruye el santuario central de una de las tribus sajonas, considerado como la columna del mundo: era el santuario de Irminsul, cuya destrucción tenía la intencionalidad de demostrar la superioridad del Dios cristiano. Sin embargo, esto provocó la venganza sajona sobre iglesias de Assia, aprovechando la estancia de Carlos en Italia en el 773. La respuesta del rey franco fue la de no tener paz con los sajones mientras no abrazaran la fe o fueran exterminados. Eginardo, en el capítulo VII de la Vita Karoli, escribe que tales acontecimientos .la reacción de los sajones. fueron los que  provocaron el conflicto abierto de guerra, la cual se extendería sin interrupción por espacio de 33 años.

   En el 776 los sajones prometieron su sumisión y adhesión al cristianismo. Al año siguiente Carlos convoca una dieta del reino franco en Paderborn, con el fin de dar una primera organización a la acción evangelizadora. Los sajones se hicieron bautizar en masa. Este hecho es importante si queremos entender la violencia de los francos en las rebeliones que los sajones protagonizarían posteriormente: los francos, en su concepción, no luchaban ya contra paganos, sino contra apóstatas. En el 778 se incendiaron iglesias y se asesinó a monjes. Por esta razón, unos años después, en el 785, Carlos les impuso la Capitulación de los Sajones, por la cual serían condenados a muerte los sacrílegos, los que violasen el ayuno y la abstinencia, los asesinos de clérigos, los que creyeran en las brujas y un largo etcétera de situaciones penadas con la pena capital. Si alguno había caído en cualquier cosa de éstas y, arrepentido, se presentaba ante el sacerdote y cumplía una dura penitencia, sería absuelto tras el pago de una fuerte cantidad de dinero y el testimonio del sacerdote.

   Son medidas muy duras, pero motivadas por unas prácticas supersticiosas que incluían los sacrificios humanos. Carlos pretendía extirpar todo esto. Sin embargo, la mayoría de lo que pudiéramos llamar el pueblo bajo era contraria al abandono de su propia religión o inserción en el reino franco. Su líder, Widukind .el cual pertenecía a la nobleza., organiza una rebelión contra los francos. La respuesta de Carlos fue muy dura, instaurando el Tribunal de la Sangre en Verden. Hizo decapitar, según las fuentes, a millares de rebeldes en el 782. En el 785 se presentó Widukind ante Carlos pidiendo el bautismo, el cual se le confirió la noche de Navidad en el palacio de Attigny. El mismo Carlos fue su padrino, lo cual significaba que lo acogía como hijo adoptivo. La familia de Widukind será una de las más importantes de la nueva Sajonia incorporada al Imperio. Con esta conversión se concluían momentáneamente las hostilidades, las cuales no finalizarán hasta que en el 804 se conquiste definitivamente Sajonia.

   La dureza de los métodos de Carlos contra la oposición sajona suscitó no pocas críticas entre sus colaboradores más estrechos. Alcuino le recuerda las palabras de san Agustín: «La fe debe ser voluntaria, no coaccionada». Si se evangelizaba con el mismo empeño con el que se pedía el diezmo o se obligaba al cumplimiento de las leyes, no habría tantas dificultades para ser acogido el Evangelio entre los sajones. La voz crítica cristiana, pues, no se quedó muda. De hecho, durante las campañas contra los ávaros en el 796, se abandonará la práctica del bautismo de masas. Sin embargo, como balance no negativo, podemos decir que la conversión de los sajones llegará a hacer de este territorio un centro de cristianismo floreciente.


III. La reforma cultural

   Carlomagno veía un vínculo indisoluble entre la reforma de la Iglesia y la reforma de la educación. No obstante su intervencionismo eclesiástico, sin embargo no tuvo nunca la intención de arrogarse derechos que sólo competían a los sacerdotes .la celebración de los sacramentos, por ejemplo.. Quiere, ante todo, que los sacerdotes sean fieles a las prescripciones de los cánones. Intenta retornar a la tradición más auténtica, la cual se encontraba, según él, en Roma. Por eso, en su programa es típico su premura por conseguir textos litúrgicos y canónicos auténticos.

   En el 774 pidió al Papa Adriano I la colección canónica de Dionisio el Exiguo. El papa le envió una edición muy amplia .la .Dionisio-Adriana.., la cual llegaría a ser el libro de derecho canónico más importante del reino franco. Con el fin de uniformar al monacato franco, pidió al abad de Montecasino un ejemplar de la regla de san Benito. Pero lo que más deseaba era, por encima de todo, un texto auténtico de la Biblia: había observado que el texto latino de la Biblia difería según los códices. Por eso ordena a Alcuino una revisión del texto latino, obra que verá la luz en la Navidad del año 801. La Biblia de Alcuino es un acontecimiento en la historia cultural europea. No se trataba de una revisión científica .de hecho, no fueron consultados ni los textos hebreos ni los griegos., pero sí una corrección de impurezas y errores; de esta edición se harían múltiples copias. Teodulfo de Orleans hizo un intento idéntico, llegando a un texto que muy posiblemente era más válido que el de Alcuino .es probable que se sirviera para la parte correspondiente al Antiguo Testamento de la ayuda de un judío bautizado., pero tuvo menos éxito  que la del estrecho colaborador de Carlomagno. El gran objetivo del emperador era el de basarse en textos originales.

   En este momento comienza lo que se ha dado en llamar .Renacimiento Carolingio.. Muchos libros fueron transcritos, en su gran parte, en los monasterios. De aquella época se han conservado unos 7.000 u 8.000 manuscritos, pertenecientes a autores clásicos. Si hoy sobreviven los clásicos latinos es, en gran medida, mérito del interés carolingio. Para Carlos eran los monasterios quienes tenían este cometido cultural y de resurgir religioso. Así lo manifiesta en su Epistola de litteris colendis, enviada en torno a los años 784-785 al abad de Fulda. En esta carta se queja el rey franco de haber recibido algunas cartas de monasterios con un gran número de faltas de ortografía. Esta falta de formación podría derivar en errores de entendimiento. Por eso les urge a una necesaria instrucción. Si los libros no tenían corrección no se podría rezar justamente.


IV. Los colaboradores de Carlomagno

   Los eruditos que más relieve tuvieron en la corte de Carlomagno no fueron precisamente los francos. Podemos destacar los siguientes hombres:

1. Alcuino  (+804)

   Era anglosajón. Educado en York, escribió una Historia de la Iglesia de York. En una peregrinación a Roma (771) encontró a Carlomagno en el norte de Italia y éste le invitó a su reino. Entre los años 782.790 y 793.796 estuvo en la corte de Aquisgrán, de tal manera que numerosos documentos de la época fueron redactados por él. Fue nombrado abad de Tours. Su herencia literaria es considerable: didáctica, exégesis, moral, hagiografía... Destaca su libro sobre la Trinidad en el que sigue a san Agustín, pero que representa el inicio de la teología medieval.


2. Teodulfo de Orleans (+821)

   Procedente de España, viene huyendo de los musulmanes. Recibió de Carlomagno el obispado de Orleans; León III le otorgó el pallium el 800. Teólogo muy perspicaz y poeta, hoy se le atribuye la redacción de los Libros Carolinos.

Del reino lombardo procedían:


3. Paulino de Aquileya (+802)

   Tras la caída de los lombardos (774) fue invitado por Carlomagno a su corte. Desde el 787 fue Patriarca de Aquileya. Consejero teológico, a menudo consultado por Carlomagno y poeta .se le considera autor del himno Ubi caritas.


4. Pablo diácono  (+799)

   Era maestro en el palacio real de Pavía y, tras la derrota de los lombardos, se retiro como monje a Montecasino. Como su hermano .complicado en una conspiración. hubiese sido llevado prisionero a Francia, se presentó ante Carlomagno y obtuvo su libertad con la condición de permanecer en la corte. Escribe las Gestas de los obispos de Metz, el llamado Homiliarum Caroli Magni .lecturas patrísticas que Carlomagno recomendó a todas las iglesias de su reino, tuvo gran difusión. y una Historia de los lombardos .que acaba con la muerte de Liutprando (744), prefiriendo callar lo ocurrido después..

   Carlomagno tenía un gran deseo de aprender, de ahí sus iniciativas culturales y su interés por convocar alrededor de la corte a los mejores eruditos de su tiempo. Él mismo se interesaba por el estudio de la retórica, cálculo, astronomía... El renacimiento carolingio responde a su propia iniciativa y estaba al servicio de la Iglesia y de la fe cristiana .tal y como se entendía.: una Iglesia universal gobernada por el Cristo celeste, que tenía dos vicarios en la tierra: los titulares del poder temporal y espiritual. Ambos gobernaban la christianitas y no existía una neta delimitación de los poderes, por lo que un soberano fuerte como Carlomagno se sentía responsable de todos los cristianos, también los que se encontraban bajo poderes no cristianos .de ahí los contactos diplomáticos incluso con el mundo musulmán.

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(Samuel Miranda)