SAN DIEGO DE ALCALÁ
1463 d.C.
12 de noviembre
Natural de San Nicolás
del Puerto (Sevilla). Sus padres eran pobres y le pusieron el nombre de Diego
en honor a Santiago, patrón de España. Siendo jovencito se
fue a vivir a una ermita, bajo la dirección de un buen sacerdote que
le enseñó el camino de la virtud. Vivió de limosna y
compartió su dinero con los mendigos. Luego vivió como sacristán,
hasta su ingreso en los franciscanos observantes, como hermano cooperador
o converso en Arrizafa, cerca de Córdoba, donde ejerció de
cocinero y portero, y con 30 años aprendió a leer y escribir.
Renovando siempre en su vida, la pasión de Cristo, misionó,
después del noviciado en la Casa-Grande de Sevilla, en la isla de
Fuerteventura, con el cargo de guardián; donde atrajo a muchísimos
guanches y los defendió de la rapacidad de los conquistadores, y llegó
a fundar un convento franciscano. De nuevo lo trasladaron a la península,
y fue al convento de Nuestra Señora de Loreto, cerca de Sevilla donde
trabajó como hortelano y cocinero. Al año siguiente, 1450 lo
encontramos en Roma: en un capítulo general de la Orden, en la adquisición
del Jubileo del 1450, y la canonización de san Bernardino de Siena.
Durante la epidemia romana de 1450, a falta de esperanzas humanas, signó,
con la cruz, a los enfermos y, con el aceite de la lámpara de la Virgen,
y succionó las llagas con su propia boca, provocando con ello el milagro.
Vuelto a España, fue enviado al convento de Santa María
de Jesús de Alcalá de Henares, donde pasó los últimos
13 años de su vida ejerciendo su vida de portero. Fue famoso por su
generosidad hacia los pobres y hacia todos los que acudían al convento,
produciéndose muchos milagros. Murió con fama de santo y sobre
él empezaron a escribirse muchas leyendas que no tienen visos de autenticidad.
Felipe II solicitó su canonización, porque un supuesto milagro
de fray Diego había curado a su hijo, el príncipe Carlos. Esta
tuvo lugar en 1588 por Sixto V. Desde 1969 su culto se ha limitado a los
calendarios locales.