NUESTRA SEÑORA DE LOS ÁNGELES
Costa Rica
Nuestra Señora de los
Ángeles es una advocación de la Virgen María en la Iglesia
Católica Romana. Este culto es originario de España, en Getafe,
cerca de Madrid, y fue traído a América por los conquistadores
españoles.
La Virgen de los Ángeles fue declarada patrona de Costa
Rica y protectora de las Américas por el Papa Juan Pablo II.
La celebración de Nuestra Señora de los Ángeles
se realiza en la ciudad de Cartago (Costa Rica). Desde finales del siglo XIX
se realiza una romería hasta el santuario cada 2 de agosto, en la
Basílica de los Ángeles. También hay templos a la misma
advocación en Italia, España, México, Estados Unidos
y Argentina.
En 2005 esta imagen fue llevada al Vaticano, en Roma. El papa
Benedicto XVI la bendijo, y la colocaron en la Basílica Santa María
de la Luz, a la que peregrinan muchos inmigrantes.
En el Período Colonial, Cartago era la principal ciudad
para españoles en Costa Rica, y su capital provincial. A su alrededor
había varios pueblos para indígenas nativos. En 1635, los mulatos
vivían dispersos al este de la ciudad, pues las leyes españolas
prohibían que los mulatos libres, o pardos, pasaran de la Cruz de Caravaca.
La leyenda dice que el 2 de agosto de 1635, una joven mulata
llamada Juana Pereira, iba a recoger leña como de costumbre, y se encontró
una pequeña estatua, de una muñeca con un bebe en brazos Virgen
María en medio del bosque, sobre una roca, cerca de un manantial,
en el lugar llamado "La Puebla de los Pardos". Ella decidió llevársela
para su casa, donde la guardo en un cajón envuelta en un paño
de tela. Al día sigueinte, Juana volvió al sitio del primer
hallazgo, se encontró una muñeca de piedra igual a la encontrada
el día anterior, hizo lo mismo, se la llevo para su casa, para guardarla
junto a la otra, pero cuando llego a buscarla se dio cuenta que no estaba,
así volvió a guardar la imagen encontrada nuevamente, lo mismo
sucedió al tercer día, pero esta vez se la llevo al sacerdote
de la localidad, Alonso de Sandoval, quien la guardó en una caja,
y se olvidó de ella. Al día siguiente abrió la caja
y, para su sorpresa, no estaba. Juana Pereira volvió al lugar de las
apariciones y encontró ahí la imagen, así que se la
llevó al sacerdote y este la guardó dentro del sagrario. Al
día siguiente abrió el sagrario y no la encontró, por
lo que declaró que aquello ere un mensaje de la Virgen, ella deseaba
estar en el bosque, sobre la roca, por lo que construyeron un pequeño
templo en su honor, donde actualmente se encuentra la Basílica de los
Ángeles, y a su alrededor se empezaron a agrupar los pardos.
La pequeña imagen de 20 centímetros fue bautizada con
el nombre de Virgen de los Ángeles, porque el 2 de agosto los franciscanos
celebran la fiesta de Nuestra Señora de los Ángeles (Getafe).
Por esta razón, se tiene la certeza de que el hallazgo ocurrió
ese día, pero no así la fecha exacta. Se estima que fue antes
de 1639 aunque algunos dan por un hecho que fue en 1635.
La joven que tuvo el honor de encontrar la imagen de Nuestra
Señora de los Ángeles parece que se perdió en la Historia
de Costa Rica. Se sabe que existió pues los escritos de la época
y de la Iglesia lo comprueban, sin embargo, no se le dio seguimiento después
del hallazgo de “la Negrita”.
El segundo Arzobispo de San José, Monseñor Víctor
Sanabria Martínez, intentó recuperar datos sobre esa mulata.
En sus investigaciones detectó que la mayoría de mujeres de
esa zona se llamaban Juana y llevaban por apellido Pereira. Al no dar con
la identidad de esta muchacha la llamó “Juana Pereira” como un homenaje
a todas las mulatas que conocieron a la verdadera joven que dio con la imagen
de Nuestra Señora de los Ángeles. En ellas se pretendió
extender ese honor a toda la cultura indígena y afrodescendiente de
Costa Rica.
Según otras fuentes, en esa época era muy popular
la imaginería religiosa en el Valle Central de Costa Rica. Hay mucha
documentación sobre maestros, oficiales y aprendices que se especializaban
en hacer imágenes en madera o piedra, para venderlas en el mercado
local. La administración del gobernador español Gregorio de
Sandoval Anaya y González de Alcalá, el obispo español
Fernando Núñez Sagredo y el párroco de Cartago, Alonso
de Sandoval, en los años del hallazgo, se caracterizó por establecer
varias iglesias en “Pueblos de Indios” en los alrededores de Cartago, y la
ermita de la “Puebla de Pardos” fue obra suya.
La estatuilla fue realizada con la técnica del cincelado
en jade (técnica indígena heredada a través del mestizaje),
piedra volcánica en la base, y grafito para colorearla. La composición
de la Negrita, se ha dicho, que consiste de tres diferentes piedras: el grafito,
jade y roca volcánica.
Los arqueólogos se muestran muy interesados en esa composición
debido a que resulta muy difícil, casi imposible, unir las tres piedras;
sin embargo, coinciden al señalar que la imagen de la Virgen tiene
características de todas ellas.
Se tienen investigaciones que en esa época no había
grafito en Costa Rica, sólo en Europa, mientras que en el Viejo Continente
no se contaba con las otras dos rocas. Con base en esa realidad, se podría
concluir que la imagen tiene características de los dos continentes.
Es de 20 cm de alto, le llaman la Negrita pese a que su verdadero color es
un gris-verduzco..
Los rasgos de la Virgen son de mestiza, específicamente
mulata. Ella ve hacia el frente, mientras que su Hijo la ve directamente a
los ojos, y con su manita le toca el corazón.
Ntra Sra de los Angeles patrona de Sangonera la Verde en la
ceremonia del 50º aniversario de su coronaciónAlgunos coinciden
que esa narración describe a la Virgen María asunta al cielo
en cuerpo y alma. Es por ese motivo que la Familia del Valle, los joyeros
personales de la Virgen, le construyeron un trono muy especial. Es todo en
oro con piedras preciosas, la mayoría donadas por fieles agradecidos
por un favor. En total, la estructura mide un metro de alto. Es fácilmente
observable que la imagen de la virgen de Los Angeles, cumple con la descripción
del Apocalipsis, en el versículo 12:1: “Apareció en el cielo
una gran señal, una mujer vestida de oro con doce estrellas sobre su
cabeza y la luna bajo sus pies”. En el punto más alto del resplandor
sobresale el pectoral (cruz que usan los obispos sobre su pecho) que donó
el arzobispo de San José, Monseñor Otón Castro. En la
base de la estructura se colocó el escudo de Costa Rica que fue un
regalo del entonces mandatario, Daniel Oduber. Al emblema nacional se le agregaron
algunos anillos que donó Monseñor Rodríguez para recordar
a su madre en la Imagen de la Negrita.