DIEZMO
¿Es cierto que los católicos
roban a Dios, porque no pagan el diezmo?
El diezmo es del Antiguo Testamento. En el Nuevo Testamento
no se habla del diezmo.
Encontramos esta costumbre ya en los tiempos de Abraham y Jacob
(Gen 14,20; 28,22). Se trataba de ofrecer la décima parte de todo
lo que uno poseía (Lev 27,30-33). Tenía que ser consumido delante
del Señor (Dt 14,22-29); se reservaba para los sacerdotes, los huérfanos
y las viudas (Dt 26,12-14), y así Dios daba su bendición al
pueblo y a la tierra que le había dado en heredad (Dt 26,15).
De una manera especial, el diezmo estaba destinado para sustento
de los sacerdotes y levitas, que por dedicarse al servicio de Dios, no habían
recibido su parcela en la repartición de la tierra (Núm 18,21-33;
2Cro 31,5-19).
En el Nuevo Testamento no se habla del diezmo como forma para
sostener a los ministros de culto. Basta que les den de comer.
No traten de llevar ni oro, ni plata, ni monedas de cobre, ni
provisiones para el viaje, ni bastón; solamente la ropa y el calzado
que lleven puesto, porque el que trabaja tiene derecho a comer (Mt 10,9-10).
Y el que trilla no lo hace sin tener la esperanza de recibir
su parte. Y si nosotros hemos sembrado en ustedes las riquezas espirituales,
¿será mucho que cosechemos sus recursos materiales? (1Cor 9,10-11).
Quédense en esa casa, comiendo y bebiendo lo que les
den; porque el obrero merece su salario (Lc 10,7).
Entre los cristianos, tiene que haber espíritu de ayuda
mutua:
Todos los creyentes vivían unidos y compartían
todo cuanto tenían. Vendían sus bienes y propiedades y se repartían
de acuerdo a lo que cada uno de ellos necesitaba (Hech 2,44-45).
Algunos sostienen que también en el Nuevo Testamento
se habla del diezmo, presentando la siguiente cita bíblica:
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas,
que pagan el diezmo de la menta, del anís y del comino,
y descuidan lo más importante de la Ley:
la justicia, la misericordia y la fe!
Esto es lo que había que practicar,
sin descuidar aquello (Mt 23, 23).
Evidentemente se trata de una manipulación bíblica.
En realidad, se ve claramente que aquí Jesús no está
hablando a sus discípulos, presentando su Evangelio, sino a los «escribas
y fariseos», aclarando el sentido de la «Ley» de Moisés.
Por lo tanto, esta cita bíblica no puede ser utilizada para afirmar
que Jesús estableció también para sus discípulos
la norma del diezmo. Las citas reportadas anteriormente, confirman ampliamente
esta posición, presentando la enseñanza de Jesús y la
praxis de la Iglesia primitiva.
Cuando en la Iglesia Católica se habla del diezmo, no se habla
de la décima parte, sino del salario de un día que se ofrece
una vez al año para ayudarla en sus necesidades. Si algún movimiento
apostólico quiere utilizar la ley del diezmo para sus adeptos, lo
puede hacer con toda libertad, aclarando que se trata de algo propio del
movimiento y no de una ley de la Iglesia Católica.