TIEMPO DURANTE EL AÑO - "C"
DOMINGO DECIMOQUINTO ORDINARIO
La palabra está muy cerca de ti, para que la practiques
Lectura del libro del Deuteronomio 30, 9-14
Moisés habló al pueblo, diciendo:
El Señor, tu Dios, te dará abundante prosperidad
en todas tus empresas, en el fruto de tus entrañas, en las crías
de tu ganado y en los productos de tu suelo. Porque el Señor volverá
a complacerse en tu prosperidad, como antes se había complacido en
la prosperidad de tus padres.
Todo esto te sucederá porque habrás escuchado
la voz del Señor, tu Dios, y observado sus mandamientos y sus leyes,
que están escritas en este libro de la Ley, después de haberte
convertido al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda
tu alma.
Este mandamiento que hoy te prescribo no es superior a
tus fuerzas ni está fuera de tu alcance. No está en el cielo,
para que digas: «¿Quién subirá por nosotros al
cielo y lo traerá hasta aquí, de manera que podamos escucharlo
y ponerlo en práctica?» Ni tampoco está más allá
del mar, para que digas: «¿Quién cruzará por nosotros
a la otra orilla y lo traerá hasta aquí, de manera que podamos
escucharlo y ponerlo en práctica?» No, la palabra está
muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, para que la practiques.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 68, 14. 17. 30-31. 36-37 (R.: cf. 33)
R. Busquen al Señor, y vivirán.
Mi oración sube hasta ti, Señor,
en el momento favorable:
respóndeme, Dios mío, por tu gran amor,
sálvame, por tu fidelidad. R.
Respóndeme, Señor, por tu bondad y tu amor,
por tu gran compasión vuélvete a mí;
Yo soy un pobre desdichado, Dios mío, que tu ayuda me proteja:
así alabaré con cantos el nombre de Dios, y proclamaré
su grandeza dando gracias. R.
Porque el Señor salvará a Sión
y volverá a edificar las ciudades de Judá:
el linaje de sus servidores la tendrá como herencia,
y los que aman su Nombre morarán en ella. R.
O bien:
Sal 18, 8-11 (R.: 9a)
R. Los preceptos del Señor son rectos, alegran el corazón.
La ley del Señor es perfecta,
reconforta el alma;
el testimonio del Señor es verdadero,
da sabiduría al simple. R.
Los preceptos del Señor son rectos,
alegran el corazón;
los mandamientos del Señor son claros,
iluminan los ojos. R.
La palabra del Señor es pura,
permanece para siempre;
los juicios del Señor son la verdad,
enteramente justos. R.
Son más atrayentes que el oro,
que el oro más fino;
más dulces que la miel,
más que el jugo del panal. R.
Todo fue creado por medio de Él y para Él
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Colosas
1, 15-20
Cristo Jesús es la Imagen del Dios invisible,
el Primogénito de toda la creación,
porque en Él fueron creadas todas las cosas,
tanto en el cielo como en la tierra,
los seres visibles y los invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados y Potestades:
todo fue creado por medio de Él y para Él.
Él existe antes que todas las cosas
y todo subsiste en Él.
Él es también la Cabeza del Cuerpo,
es decir, de la Iglesia.
Él es el Principio,
el Primero que resucitó de entre los muertos,
a fin de que Él tuviera la primacía en todo,
porque Dios quiso que en Él residiera toda la Plenitud.
Por Él quiso reconciliar consigo
todo lo que existe en la tierra y en el cielo,
restableciendo la paz por la sangre de su cruz.
Palabra de Dios.
ALELUIA Cf. Jn 6, 63c. 68c
Aleluia.
Tus palabras, Señor, son Espíritu y Vida;
Tú tienes palabras de Vida eterna.
Aleluia.
EVANGELIO
¿Quién es mi prójimo?
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
10, 25-37
Un doctor de la Ley se levantó y le preguntó
para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer
para heredar la Vida eterna?»
Jesús le preguntó a su vez: «¿Qué
está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?»
Él le respondió: «Amarás al
Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con
todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como
a ti mismo».
«Has respondido exactamente, -le dijo Jesús-;
obra así y alcanzarás la vida».
Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención,
le hizo esta pregunta: «¿Y quién es mi prójimo?»
Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió:
«Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó
en manos de unos ladrones, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron,
dejándolo medio muerto. Casualmente bajaba por el mismo camino un
sacerdote: lo vio y siguió de largo. También pasó por
allí un levita: lo vio y siguió su camino. Pero un samaritano
que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió.
Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas
con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo
a un albergue y se encargó de cuidarlo. Al día siguiente, sacó
dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole:
"Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver".
¿Cuál de los tres te parece que se portó
como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?»
«El que tuvo compasión de él»,
le respondió el doctor.
Y Jesús le dijo: «Ve, y procede tú
de la misma manera».
Palabra del Señor.