DOMNO
676-678 d.C.
Construyó iglesias, y su
pontificado no registró otros acontecimientos que merezcan destacarse de
un modo especial.
Breve pero dichoso fue el pontificado de Domno. Desde su elección, el
2 de noviembre del 676, este papa romano pudo dedicarse al embellecimiento
de la Urbe y a la construcción de templos.
Vio cómo volvía a su jurisdicción la Iglesia de Rávena, que el desagradecido
Constante II había desvinculado en tiempos de Vitaliano, en el año 666. Por
fin, se calmó el conflicto monotelita. También Bizancio, como estaba haciendo
Roma, mostraba voluntad conciliadora.
En efecto, el emperador, que acababa de rechazar la primera embestida
de los árabes, no subestimaba el peligro. Veía con claridad que era urgente
sofocar las querellas internas que por culpa del monotelismo debilitaban su
imperio. Y entendía que no había mejor aliado que el Papa para restaurar
la cohesión de sus súbditos. Con tal convencimiento escribió a Domno rogándole
que le mandara un legado. Pero el Papa no llegó a tener noticia de esta propuesta
tan alentadora porque murió poco antes de recibir la misiva imperial, el
11 de abril del 678.
(Samuel Miranda)