BEATO EDMUNDO DUKE
1590 d.C.
27 de mayo
En la población de
Dryburne, junto a Durham, en Inglaterra, beatos Edmundo Duke, Ricardo Hill,
Juan Hogg y Ricardo Holiday, presbíteros y mártires, todos
los cuales, después de realizar su formación en el Colegio
de los Ingleses de Reims, al regresar a su patria fueron condenados a muerte
y ahorcados en tiempo de la reina Isabel I, solo por el hecho de ser sacerdotes.
El 27 de mayo de 1590 fueron ahorcados y descuartizados en
Durham, Inglaterra, cuatro sacerdotes católicos cuyo único
crimen era precisamente el de ser sacerdotes que, ordenados en el extranjero,
habían acudido a Inglaterra a mantener la fe de los católicos
y propagar su fe entre quienes quisieran recibirla. Estos cuatro sacerdotes
seculares eran Edmundo Duke, Ricardo Hill, Ricardo Holiday y Juan Hogg. Fueron
beatificados por SS. Juan Pablo II el 22 de noviembre de 1987.
El primero había nacido en Kent el año 1563 en
una familia acomodada de religión anglicana, pero en su juventud conoció
el catolicismo y lo abrazó, y seguidamente decidió su vocación
sacerdotal marchando a Reims, en cuyo colegio inglés empezó
los estudios en 1583. Luego fue a Roma y en 1589 se ordenó sacerdote.
Volvió a Reims, hizo ejercicios espirituales y se dispuso a volver
a Inglaterra, como en efecto realizó en marzo de 1590 acompañado
de sus tres futuros socios de martirio.
Ricardo Hill y Ricardo Holiday eran de la región de York,
mientras que Juan Hogg procedía de Cleveland. Los tres habían
nacido en 1565. Deseosos de ser sacerdotes, los tres coincidieron en el colegio
de Reims, donde entraron respectivamente el 6 de septiembre de 1584, el 15
de mayo de 1587 y el 15 de octubre de 1587 y donde juntos fueron subiendo
las gradas del altar: los tres subdiáconos el 17 de marzo, los tres
diáconos el 25 de mayo, y los tres fueron ordenados juntos de presbíteros
el 25 de septiembre de 1589.
Embarcaron los cuatro para Inglaterra y pusieron pie a tierra
cerca de Tyneamouth, donde había una casa que hospedaba, clandestinamente,
a los sacerdotes. Pero para entonces la casa había sido descubierta
y eso hizo que los cuatro, sin saber a ciencia cierta dónde estaban,
fueran enseguida apresados y enviados a Durham, donde fueron encarcelados.
En la cárcel los visitaron varios ministros protestantes con la idea
de convertirlos al anglicanismo, pero fue en vano. Sometidos a juicio, se
les aplicó el estatuto de Isabel y se les condenó como reos
de alta traición. La paciencia, serenidad y fortaleza con que afrontaron
la muerte impactaron a algunos de los presentes, entre ellos a cuatro criminales
comunes que iban a ser también ajusticiados y que quisieron morir
en la religión de los mártires. También se convirtieron
otras personas. Delante del patíbulo les fue ofrecido el perdón
si renegaban del catolicismo, pero los cuatro eligieron la muerte antes que
traicionar su fe.