EL CLERO SECULAR EN LA EVANGELIZACIÓN DE MÉXICO



    Ya hemos visto cómo, en la mayoría de los casos, los capellanes que acompañaban a los conquistadores pertenecían al clero secular, en algunos casos además de atender espiritualmente a los españoles, siempre que estos se asentaban en un lugar, los capellanes no sólo se ocupaban de los españoles sino también llevaban a cabo acciones religiosas con los nativos bautizándolos y cuidando su formación cristiana.

    Sin embargo la presencia del clero secular era mayor cuando la iglesia alcanzaba estabilidad  con la creación de diócesis y parroquias .Así los cabildos catedrales estaban formados por clérigos lo mismo que la mayor parte de las parroquias.

    La tarea de las parroquias no era únicamente una labor de conservación especialmente a través de la administración de los sacramentos,  la predicación y otras importantes acciones, educativas por ejemplo,  a través de las escuelas parroquiales, sino también una tarea que las parroquias fueran auténticamente parroquias misioneras

    La creación de diócesis en el territorio mexicano fue  más rápida y más numerosa que en otros territorios americanos, enumeramos las creadas desde los inicios hasta  la independencia, ellas nos pueden orientar acerca de la presencia del clero diocesano en la evangelización de México:

 1518  Se crea la Diócesis de Carolense.

1535  Se crea la Diócesis de Oaxaca.

1536  Se crea la Diócesis de Michoacán.

1539  Se crea la Diócesis de Chiapas, también conocida como San Cristóbal de las Casas.

1546  Se crea la Provincia Eclesiástica de México (arquidiócesis).

1548  Se crea la Diócesis de Guadalajara.

1561  Se crea la Diócesis de Yucatán.

1620  Se crea la Diócesis de Guadiana o Durango.

1642  Se presentan los problemas  entre el obispo Palafox y los jesuitas.

1777  Se crea la Diócesis de Linares, más tarde llamada de Monterrey.

1779  Creación de la Diócesis de Sonora.


   Juan de Palafox fue nombrado obispo  de Puebla de los Ángeles. Era el año 1639. Confirmó su nombramiento, el 27 de octubre de ese mismo año, el papa Urbano VIII; el 20 de julio de 1640 pisaba Veracruz.  Su primer cometido en Puebla consistió en atajar los graves problemas existentes: conflictos jurisdiccionales entre instancias reales y eclesiásticas, corrupción administrativa, recursos más que escasos, omisión de los mandatos de la Corona desde instancias virreinales, y enfrentamientos entre los religiosos jesuitas y franciscanos y los poderes centrales y virreinal.

    Cumplió la misión de arrestar al virrey Diego López Pacheco Cabrera y Bobadilla, duque de Escalona y marqués de Villena, por lo que pasó a ocupar su cargo. Finalizó la construcción de la catedral de Puebla que se inauguró el 18 de abril de 1649. Mecenas cultural de primer orden, siguiendo las disposiciones del Concilio de Trento fundó hospitales y templos, levantó el palacio episcopal y erigió los colegios Tridentino de San Pedro (para gramática, retórica y canto llano), el de Niñas Vírgenes de la Concepción, y el de teólogos de San Pablo (para grados académicos), al que dotó de una excelente biblioteca formada por cinco mil libros de ciencia y filosofía, hoy llamada Palafoxiana.

    Erigió nueve cátedras de diversas facultades, instituyó una de lengua mexicana y giró visitas a toda su diócesis sin consentir, según determinadas crónicas, «ser conducido a hombros por los indios». De hecho, en defensa de la dignidad de los indígenas insistió a los colonizadores españoles en no emplear otro método de conversión que no fuera el de la persuasión.

   El enfrentamiento de Palafox con los religiosos  regulares, en especial con los jesuitas, se explica, básicamente, por la insistencia del prelado en cumplir las cédulas reales que exigían sujetarse a visita y examen, y por la obligación de pagar el diezmo. Es más, ante la negativa de las Órdenes de acatar la jurisdicción y someterse a la potestad episcopal, Palafox nombró 36 curas regulares y erigió otras tantas parroquias.

  Indignados, en 1645 los jesuitas arremetieron contra él con informes denigrantes. En 1647 y 1649 aparecen registradas duras quejas formales ante Roma por parte del prelado, al que, sin embargo, el papa Inocencio X no hizo demasiado caso. Tan solo logró la emisión de un informe, el 14 de mayo de 1648, que instaba a los jesuitas a respetar la jurisdicción episcopal. Un tira y afloja duro y desagradable que terminó cayendo del lado de los seguidores de Ignacio de Loyola. En mayo de 1649, Juan de Palafox abandonaba Puebla y regresaba a España.

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(Samuel Miranda)