EL MINISTERIO DE MÚSICA ES IMPORTANTE
El ministerio de música
es importante e imprescindible en todo acto de adoración y alabanza
del pueblo. "Buenos, festejen al Señor, pues los justos le deben alabar.
Denle gracias, tocando la guitarra, y al son del arpa entónenle canciones.
Entonen para él un canto nuevo, acompañen la ovación
con bella música" (Salmo 33, 1-3).
En la cita que acabamos de leer nos damos cuenta de cómo
el Señor nos pide que en las celebraciones se toquen instrumentos
y se cante. Por eso el ministerio de música se hace importante ya
que es un llamado de Dios a algunos hermanos, para servirle y de esta
forma pueda beneficiar a todos los que están presentes en la asamblea.
"Intercambien Salmos, himnos y cánticos espirituales.
Que el Señor pueda oír el canto y la música de sus corazones".
Estas palabras de Dios reafirman lo anteriormente comentado. Dios se goza
cuando su pueblo le canta y le adora. El ministerio de música en la
Iglesia cumple con estos deseos del Señor y sobre todo guía
a la comunidad a adorarle y bendecirle.
"Que la palabra de Cristo habite en ustedes y esté a
sus anchas. Tengan sabiduría, para que se puedan aconsejar unos a
otros y se afirmen mutuamente con Salmos, himnos y alabanzas espontáneas.
Que la gracia ponga en sus corazones un cántico a Dios" (Colosenses
3,16).
La razón de la importancia del ministerio de música
es primeramente porque Dios quiere que exista este ministerio para el culto
divino y en segundo lugar porque la música crea cierta atmósfera
dentro de las celebraciones litúrgicas y no litúrgicas. Una
buena música puede inducirnos a la meditación y a la oración,
así como a elevar nuestro espíritu a la cosas del cielo.
Los ministerios de música deben reunirse por ello a
ensayar, a trabajar en equipo y a transmitir lo que han aprendido. Deben
tener espíritu de oración. Evitar en Misa todo tipo de faltas
de respeto como masticar chicle o platicar. Hay ministerios que toda la celebración
Eucarística platican o comen dulces. Hay que tomar cursos de actualizazión.
Debemos prepararnos espiritualmente para servir a Dios y a los
hermanos por medio de la música, pero sobre todo hay que vivir lo
que cantamos. Debemos ser santos para ser también, en manos de Dios,
un instrumento poderoso de conversión de los demás (Mateo 5,48).