EL SEÑOR DE ARARÓ
Araró, Michoacán
Una historia en verdad interesante
es la que nos hace entender la razón por la cual en Araró, Michoacán,
existe un Cristo tan celebrado, tanto así que adquirió el nombre
del pueblo mismo y ahora lo conocemos como El Señor de Araró.
Adentrarnos en su historia implica entender una de las civilizaciones que,
contemporáneo a los Aztecas, vivían en su propio territorio,
sus propias costumbres y tradiciones, por lo tanto, su propia religión,
dentro de lo que es nuestro México y específicamente en lo que
actualmente es el Estado de Michoacán y parte de Guanajuato.
Para entender al Señor de Araró debemos primero
saber de la existencia de una de las principales deidades dentro del panteón
tarasco, la diosa Cuerauaperi, Madre de los dioses terrestres. Era la que
hacía llover, se consideraba la diosa de la fecundidad.
“Se creía que Cuerauaperi mandaba las nubes (y en consecuencia
la lluvia) desde el oriente, específicamente desde Araró donde
se formaban por el vapor que salía de las fuentes termales que hay
allí. En tanto que Cuerauaperi enviaba la lluvia y con ella las mies
y semillas, también era capaz de provocar sequías y por lo tanto
era la causante de las hambrunas”.
Sabemos que en la zona hay manantiales de aguas sulfurosas, de allí
la fama de los tantos balnearios que existen, cosa nada nueva, pues su existencia
se pierde en la noche de los tiempos. Era costumbre en Araró, cuyo
nombre en lengua purépecha, significa “lugar en donde se agujeran los
tarascos las orejas y las narices”; ir, precisamente a eso, a horadarse las
orejas con el fin de sacarse sangre que ofrendaban a la diosa Cuerauaperi,
sangre que al mezclarse con el agua hirviente producía vapor y de allí
todo la tradición que los primeros evangelistas vieron y no lograron
entender.
El Señor de Araró tiene su celebración
principal el segundo viernes de cuaresma, son miles de personas las que llegan
atraídas por la Santa Imagen, para entender la razón de su existencia,
recurrimos al texto que se vende como la historia oficial del lugar: “En
el orden religioso el pueblo de Araró tiene un tesoro riquísimo
que guarda con suma veneración. Este tesoro es la sagrad imagen del
Soberano Señor de Araró. Es un precioso Cristo Crucificado.
Quién contempla esta imagen siente en el espíritu un hondo placer
estético y una tierna devoción, nacida de los más profundos
hontanares del alma”.
Para entender como fue que llegó la imagen a esa comunidad
nos referiremos a lo que el Cura López Lara escribe: “En la capilla
de los Mezquititos empezó el culto a la imagen del Señor de
Araró. La hipótesis que vamos a exponer tiene, según
creemos, bastante fundamente, dado el modo de proceder de los misioneros en
algunos casos y lugares.
Históricamente consta que la diosa Cuerapaveri tenía
templo en Araró. Dice la Relación de Michoacán que “Tenía
sus cúes en el pueblo de Araró y otros pueblos, y su ídolo
principal en un cú, que está en el pueblo de Zinapécuaro,
encima de un cerro, donde aparece hoy derribado”
Había, pues, templo de la diosa en Araró. Había
allí sacerdotes dedicados a su culto. Tan es así que la misma
Relación de Michoacán nombra a uno de ellos que residía
en Araró en el tiempo del rey tarasco Zuangua. Este sacerdote se llamaba
Barrica.